Relaciones entre la ecología y la economía: desafíos de la sustentabilidad
Sumario de Edgar Gonzalez-Gaudiano, Presidente del nicho
La cuestión del apropiado lugar de la sociedad humana dentro del orden natural ha ocupado un lugar central en la filosofía desde sus comienzos. Así, la relación entre la economía y la ecología, para bien o para mal, se encuentra en la raíz del pensamiento contemporáneo. Pero, es claro que a partir de mediados del Siglo XIX, esta relación comenzó a tornarse más y más conflictiva. Al incrementarse la capacidad del ser humano para transformar radicalmente su entorno vital, e incluso para destruirlo de manera irreversible , el conflicto entre la economía y la ecología adquirió una nueva centralidad. Los actuales problemas sobre la disponibilidad del agua para satisfacer las crecientes necesidades de la población y de los procesos productivos, así como los asuntos relacionados con el cambio climático global, representan sólo dos casos actuales que ponen de manifiesto la dimensión del problema.
A partir de los años setenta del siglo pasado y como consecuencia de una serie muy variada de críticas sobre los severos impactos ambientales que el modo de vida estaba generando y sus riesgos implícitos, comenzaron a ponerse en marcha medidas para prevenir, mitigar y corregir algunas de las manifestaciones más visibles. Así, se propusieron políticas públicas, normas técnicas y sistemas de comando-control de emisiones, entre otras muchas, que posicionaron a nivel de prioridad las preocupaciones ciudadanas sobre el medio ambiente en la agenda política internacional. La Cumbre sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en junio de 1992, constituyó su punto culminante. A partir de ahí se difundió el neologismo desarrollo sustentable, como una propuesta que intenta reconciliar el antagonismo entre el crecimiento económico, la protección del medio ambiente y la equidad social.
Sin embargo y con todo lo que se ha discutido durante casi cuatro décadas en materia de medio ambiente y economía, se continúa observando una hegemonía de los temas económicos en el proceso de desarrollo. Hegemonía que se confirma de manera cotidiana por el desmesurado énfasis puesto por el discurso político en el crecimiento, el empleo, la reactivación del mercado y el conjunto de variables relacionadas con indicadores económicos, soslayando todo lo demás. Evidentemente, que este énfasis se acentúa aún más en tiempos de crisis económica, donde los precarios avances logrados en las políticas ambientales son nuevamente postergados para cuando se recupere la senda del crecimiento.
Bajo la perspectiva del crecimiento económico el ambiente es reducido a un conjunto de recursos a ser explotados para fines económicos lo cual remite:
• A una concepción de valor instrumental en la que el ambiente es útil sólo en la medida en que satisface necesidades humanas, sin considerar a los otros seres vivos, ni la integridad de los ecosistemas;
• A una falsa idea de que no existen límites naturales al crecimiento económico.
• A la equivocada percepción de que las contribuciones que la naturaleza hace a la economía humana son un don gratuito.
Es en este complicado marco que la educación tiene un lugar central dentro de las medidas para combatir el estado de cosas existentes. Ese fue el sentido que se abordó. Durante el V Congreso Mundial de Educación Ambiental, celebrado en Montreal, Canadá, del 10 al 14 de mayo de 2009, particularmente en el Nicho 1: “Relaciones entre la ecología y la economía: desafíos de la sustentabilidad”, en donde 156 diferentes presentaciones, en sus diversas modalidades, hicieron análisis y variadas propuestas para contrarrestar los impactos de la economía de mercado en el que nos ha metido la globalización imperante. Se abordaron los temas de la educación en su relación con el ecoturismo, con la pobreza en zonas rurales e indígenas, con la producción orgánica, verde, con el comercio justo, con el consumo sustentable, con los biocombustibles, con la gestión de ecosistemas, con la mano de obra femenina en el campo y en el marco de una crisis alimentaria; varias presentaciones se centraron en la educación y los procesos de adaptación de las comunidades para la prevención de riesgos y la disminución de la vulnerabilidad de las comunidades frente al cambio climático global, con el papel de la escuela en promover una sociedad postcapitalista, el papel de las empresas, la ética de los negocios y el decrecimiento, entre muchos otros.