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martes, 17 de diciembre de 2013

G.Gaudiano y Figueroa de Katra: Los valores ambientales en los procesos educativos: realidades y desafíos.


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Pepper (1984) señala que tres obras escritas fueron claves para detonar el movimiento ambientalista mundial: Silent Spring de Rachel Carson (1962), Blue Print for Survival de Edward Goldsmith (1972) y Small is Beautiful: Economics as if people mattered de Fritz Schumacher (1973). La primera anuncia y cuantifica los principales problemas ambientales de ese momento, principalmente de aquellos que afectan los procesos y ciclos de la naturaleza y sus consecuencias; la segunda analiza los cambios necesarios para transitar a un mejor proceso civilizatorio y la tercera incorpora acciones prácticas para solucionar los problemas ambientales e identifica sus raíces filosóficas.
No obstante, muchos autores siguen acreditando que la obra de Carson es la pionera en este envite al alertar contra los peligros del uso de insecticidas y pesticidas que fomentaban las nuevas formas de producción agropecuaria. Santamarina (2006), por ejemplo, considera que ello fue debido a que se articuló el discurso científico con una estructura narrativa moral de sentido común, que lograba trasmitir verdaderamente una preocupación que fue comprendida por el gran público no experto, convirtiendo los problemas distantes y externos, en cercanos y directos.
Empero, la ausencia de un programa político hace que algunos autores reconozcan el trabajo de Carson sólo como un antecedente del ecologismo. Dobson (1997:59) al respecto menciona que los inicios del movimiento habría que buscarlos a partir de 1970, ya que las ideas anteriores a este año “que guardan afinidad con el ecologismo estaban ‘verdes’ pero no eran aún verdes”. Esa es la razón por la que muchos ubican el momento de surgimiento con la celebración del primer Día de la Tierra (22 de abril de 1970) en el que participaron más de veinte millones de personas.
Por su parte, Schumacher desarrolló una crítica a la sociedad industrial. Tema que ya había sido tratado por otros autores prominentes en el campo de la economía, de la filosofía, de la crítica cultural y de la política, como Lewis Mumford, Herbert Marcuse, Ernest Bloch y Theodor Adorno quienes veían el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo como parte central de una estrategia de dominación y alienación. La diferencia de Schumacher es que analizó las condiciones económicas y ecológicas propias de los países del Tercer Mundo, con lo que cuestionó al propio concepto de desarrollo y, más particularmente, la ideología del crecimiento, “al menos a ese tipo de desarrollo industrialista que sigue fascinando a las ‘élites’ de los países pobres” (Mires, 1990:25).
Schumacher cuestionó severamente el mito de la infinitud de los recursos naturales en el que reposa la economía, por lo que su trabajo puede considerarse como uno de los primeros intentos por construir una crítica ecológica a la Economía Política del desarrollo. Small is Beautiful, su obra cumbre, representa entonces una fisura en el consenso industrialista que aparece en un momento de crisis de los modelos productivos basados en la explotación intensiva de la fuerza de trabajo y de la naturaleza, mediante la puesta en marcha de técnicas de producción en masa con predominio de industria pesada. Schumacher, por tanto, constata la crisis del sistema fordista de producción industrial y sus formas más virulentas que cobraban expresión en el Tercer Mundo.
Por su parte, la obra de Edward Goldsmith, Blue Print for Survival, tuvo impacto por su contenido y su oportunidad. Se publicó por primera vez en el mes de enero ocupando todo el número de la revista The Ecologist (Vol. 2, Núm. 1), en adelanto a la Cumbre de Estocolmo. Por su gran aceptación, en septiembre del mismo año se publicó en forma de libro. En términos generales, la obra propone un programa, incluyendo los cambios que tienen que producirse y los pasos que hay que dar, para alcanzar una sociedad más estable y sustentable. En sus apéndices se hace un recuento y un pronóstico de los problemas existentes en los ecosistemas, en el sistema social, en la población y el suministro de alimentos y en materia de recursos no renovables, particularmente el petróleo. 
Un factor fundamental sobre estas tres obras mencionadas (Carson, Goldsmith y Schumacher), es que ninguna de ellas coloca el problema del crecimiento demográfico como el elemento principal del problema, el cual formaba parte de una poderosa configuración discursiva que se remonta a Thomas Malthus y su trabajo publicado en 1798, bajo el título An essay on the principle of population. El planteamiento de Malthus ubicaba el problema en el sentido de que la población tiende a crecer geométricamente, mientras que la producción de alimentos lo hace en progresión aritmética, lo que trasladado al conjunto social amplio generaría severos problemas económicos.3 En esta línea de los neomalthusianos, destacan The population bomb, libro escrito en 1968 por Paul Erlich con quien Commoner polemizó públicamente, donde se presenta un diagnóstico de lo que anunciaba como la crisis demográfica mundial y The tragedy of commons, un artículo publicado el mismo año en la revista Science por Garret Hardin (1968) y cuyas soluciones remitían a los principios de la economía neoclásica y al control demográfico.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista la obra más emblemática de todas es Los límites del crecimiento (Meadows et al., 1993), primer informe del Club de Roma publicado en 1972, el cual marcó el inicio de un fuerte movimiento de condena a los principios económicos convencionales y sus valores subyacentes, a través de los cuales las actividades humanas son reducidas a la población, la producción industrial y a la acumulación del capital, como si la Tierra fuera una fuente inagotable de recursos naturales y la solución de los problemas sociales y ambientales llegaría como efecto colateral del espejismo del crecimiento económico (Negret, 1999). Los pronósticos de este documento derivaron de la aplicación de un modelo simulado en computadoras en el Massachussets Institute of Technology (MIT) elaborado por Jay Forrester, para responder a la pregunta de ¿cuál sería la situación del planeta Tierra, en caso de que la humanidad continúe al mismo ritmo de relación física, económica y social que caracteriza la actual sociedad de consumo? Para hacer las proyecciones del modelo se emplearon parámetros tales como la degradación ambiental, el crecimiento demográfico, los índices de contaminación, las necesidades alimentarias per capita dentro de una perspectiva mundial en el periodo 1900 y el 2100.
El estudio volvía a poner en el centro de la cuestión del desarrollo el hecho incontrovertible de la finitud de los recursos, tanto los que provienen directamente del medio natural, como los transformados por el propio hombre, a partir de materiales disponibles en la naturaleza. Es decir, ponía de relieve la fantasía de que la escasez de recursos materiales podía ser sustituida con los recursos del capital y el trabajo sustentabilidad débil), lo que conmocionó a las grandes expectativas generadas en el periodo de la posguerra. Estas eran las premisas en las que se había construído la ciencia social, desde el llamado “Espíritu de la Era”, promovida por la Ilustración y específicamente por los trabajos de John Locke, Francis Bacon, René Descartes e Isaac Newton, basados en la creencia de un sostenido progreso material a partir de una más eficiente explotación del medio natural, como resultado de la aplicación de la ciencia y la tecnología (Barry, 1999).
(...)
Como se puede inferir del planteamiento precedente, la ética ha sido un componente consustancial del discurso ambientalista desde su aparición en los años sesenta. Desde luego, como en todo el campo de lo social, en el ambientalismo han habido perspectivas éticas muy diversas que van desde aquéllas promovidas por la ecología profunda en cuanto a los derechos de la naturaleza (Véase Capra, 1996), hasta las que impulsa la ecología de los pobres sobre la ausencia de una justicia social global (véanse Cooper y Palmer, 1995). La discusión ética en el campo del Ambientalismo nos remite  directamente a la discusión sobre el antropocentrismo y el biocentrismo. ¿Son todos los seres vivos sujetos de derecho y moralmente relevantes? O cómo ha sido la tradición ética de Occidente, desde la Ética Nicomaquea de Aristóteles, ¿sólo los seres humanos lo somos? Pero el problema se hace más complejo cuando nos preguntamos ¿qué es lo ético? ¿el acto en sí mismo o la persona que lo ejecuta? Preguntas que están en relación directa con los procesos educativos y culturales.
Así, el contenido de la ética como disciplina filosófica nos remite a la discusión sobre el bien y el mal. Si esta discusión la aplicamos sólo a las relaciones entre los seres humanos, estamos ubicándonos en el marco de una ética antropocéntrica, que está en línea con el desarrollo de los valores occidentales, por ejemplo, el campo de los derechos humanos. En esta perspectiva, el ambiente es visto como aquello que debe usarse para satisfacer necesidades o proporcionar felicidad a los seres humanos. Sin embargo, si consideramos que el comportamiento de los seres humanos y la naturaleza puede ser visto también desde una perspectiva ética, ello nos conduce necesariamente a la presunción de que la naturaleza y todos los seres vivos tendrían derechos intrínsecos que deben ser respetados (biocentrismo). Es aquí donde se abre un abanico muy amplio de valoraciones generado por algunas corrientes del Ambientalismo.
(...)

Tomado de Edgar González Gaudiano y Lyle Figueroa de Katra. Los valores ambientales en los procesos educativos: realidades y desafíos. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación (2009) - Volumen 7, Número 2
Accesible en: http://www.rinace.net/reice/numeros/arts/vol7num2/art5.pdf

jueves, 5 de diciembre de 2013

PISA 2006: ¿Cómo de ecológicos son los chicos de 15 años?




Estos días está muy de moda el Informe PISA. Ha caído en mis manos un artículo sobre los resultados del Informe de 2006 referentes a la visión educativo ambiental ¿Cómo de ecológicos son los chicos de 15 años? ¿En qué medida comprenden los temas medioambientales? ¿Cuáles son sus fuentes de información sobre el medioambiente? Y ¿Pueden aplicar pruebas y principios científicos al mundo que les rodea?

Para vuestro disfrute:  http://www.oecd.org/pisa/pisaproducts/pisainfocus/PISA%20in%20Focus-n%C2%B015%20ESP.pdf

martes, 3 de diciembre de 2013

Carmelo Marcén: «El clima en las aulas, si sabes ventilarlas bien, es bueno»

El amigo Carmelo está lleno de noticias últimamente: se ha jubilado, colabora con nosecuántas ONGs, hace sus labores, nos pone el acento erudito en ESenRED... y sigue escribiendo su artículo en el Heraldo de Aragón. Y por eso es noticia: ha publicado un libro. (Esto se queda muy corto). Ha publicado un entrañable manual de la crisis ambiental que sufre el planeta y sus habitantes, todos sus habitantes, de una manera exquisita y humilde, sabia y socarrona, profunda y alentadora. Una selección de artículos publicados en el periódico, organizados y estructurados.
Pero, no he venido a hablar de su libro, que habla por sí solo, sino a que hable él por boca o letra de la entrevista concedida al citado diario con el sugerente título: «El clima en las aulas, si sabes ventilarlas bien, es bueno»

Es maestro y geógrafo. Dígame, ¿estamos perdiendo el norte?
El norte va cambiando, el problema es que se mueve sin rumbo predeterminado. En cierta manera, estamos perdiendo los nortes.
El sur tampoco está fenomenal...
El sur lo perdimos hace ciento y pico años. Y la descolonización y la globalización lo machacaron.
Y ¿qué más estamos perdiendo?
La ilusión colectiva. Siguen primando más las individualidades, algo que ya denunciaba Ramón y Cajal hace cien años. Y ese es nuestro verdadero riesgo vital: perder el sentido colectivo.
Y ganar ilusión, ¿es más difícil que salir de la crisis?
Más, porque los focos de hoy nos distorsionan demasiado. Internet es una excusa para atrapar hábitos y secuestrar pensamientos. Y la tele seduce con el entretenimiento para evitar el pensamiento.
Hoy que el ambiente está enrarecido, ¿también lo está el medio ambiente?
El medio ambiente cada vez es menos medio por las ansias privatizadoras, los olvidos e incumplimientos... Se olvidan protocolos como el de Kioto, los cambios climáticos, las reuniones... Y los gobiernos prefieren pagar por contaminar.
Pero lo verde, y no me refiero a los chistes, ¿no estaba en auge?
Están en auge determinados esfuerzos de algunas asociaciones, ONG. Y gracias a ellos rescatamos un poquito de nuestra conciencia.
La ecología, ¿es más dura que la enología?
¡La enología sí está de moda! Además, es un producto que se materializa en dinero, la ecología no. Ahora mismo hay unos activistas detenidos en Rusia solo por denunciar atentados ecológicos.
¿Por qué brindaría usted con una buena copa de vino?
Porque en algún momento los gobiernos crean lo que firman y lo cumplan. Porque los ciudadanos les demanden que cumplan lo firmado. Y, si no, que no les voten. Y porque Europa se quite la careta de ecologista y empiece a aplicar las directrices de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Fue el responsable del programa autonómico educambiental. Los estudiantes ¿son educados con el medio ambiente?
Los estudiantes colaboran en cualquier acción por el medio ambiente, el asunto atrae. Pero esas acciones no siempre sirven para modificar comportamientos.
¿Y son educados en el medio ambiente?
Cada vez conocen más cosas sobre él. Pero a veces los conocimientos no se utilizan.
Ha sido profesor durante 40 años. ¿Cómo está el clima en clase? ¿También ha habido cambio climático?
No. Yo he sido feliz en todas las etapas. Se exageran los problemas de convivencia en el aula. Claro que los hay, pero ¿cómo no va a haberlos, con alumnos sobreexcitados metidos horas en clase escuchando versiones de cosas que no les interesan? Mi percepción en todos estos años es que el clima del aula, si sabes ventilarla bien, es bueno.
¿Qué debería cambiar en el aula?
La lectura crítica de los profesores, la participación activa de los alumnos y la implicación de las familias. Y si esto se acompaña de unas leyes consensuadas, debatidas entre todos, y para siempre, sería lo ideal.
Presentó esta semana el libro ‘Socioecología y algo más’. ¿Es usted socioecólogo o socioecológico?
Soy un curioso indagador de lo que pasa en la sociedad y la ecología. Y de cómo la sociedad mueve a la ecología y la ecología podría mover a la sociedad.
¿Qué ensayos son más difíciles: los científicos o los escritos?
Es difícil escribir. A mí me cuesta. Casi me resulta más fácil seguir unos protocolos científicos .
Pues el libro recopila artículos publicados en HERALDO. ¿De qué va su próximo artículo?
Esta semana escribo del luto ecológico a propósito de la barbarie del ‘Prestige’, que ha quedado como si nada hubiera sucedido.

Tomado de El Heraldo de Aragón, Martes 26 de Noviembre de 2013

Tenemos la referencia de su publicación Socioecología y algo más: ensayos en clave educativa, en el blog de ESenRED. Pasa, pasa. Así comienza:

"La mirada crítica de la vida siempre es necesaria porque limita la complacencia de los afortunados, a la vez que impide que se queme toda la esperanza de los menos favorecidos."

¡¡Toma ya!! El resto en la misma línea.

Zorionak, maisua!!! ¡¡Felicidades, maestro!!

martes, 26 de noviembre de 2013

Bezerra (2011) Algunas propuestas sobre una nueva reflexión ética medioambiental

Fritjof Capra ha visto las últimas décadas del siglo XX marcadas por un estado de profunda crisis mundial. Crisis que afecta todos los aspectos de la vida humana –salud, relaciones sociales, economía, tecnología y política-. Una crisis de dimensiones morales, intelectuales y espirituales en tal escala que, por primera vez en la historia, la humanidad se ve obligada a enfrentarse con la real amenaza de su extinción y de toda la vida en el planeta.
El desarrollo técnico científico trajo posibilidades para un mejor conocimiento de la naturaleza y mejores condiciones de vida humana, pero también está poniendo en riesgo la supervivencia de la Tierra, pues el avance acelerado de la sociedad urbana e industrial ha provocado graves impactos en el medioambiente. El tercer milenio empieza con innumerables señales de peligros evidentes: la contaminación del aire, de las aguas y del suelo, la deforestación, el agravamiento del efecto invernadero (calentamiento del planeta), la extinción de especies de la fauna y flora, las alteraciones climáticas, desertificación, lluvia ácida, destrucción de la capa de ozono y la escasez de los recursos hídricos son –solamente- algunos ejemplos de problemas contemporáneos, cuya solución exige grandes inversiones y movilización a escala mundial. Son sucesos que merecen cuestionarse profundamente sobre los valores, las ideas y comportamientos que están inmersos en la crisis ambiental.
(...)
Una ética de supervivencia planetaria es –stricto sensu– una ética ambiental, y trata de la conducta del ser humano en relación a la naturaleza, teniendo como objetivo la conservación de la vida global. Se centra en cuestiones tales como: relación ser humano/naturaleza, preservación ambiental, calidad de vida y reversión de los procesos de destrucción de la naturaleza. Pretende desarrollar una nueva postura de comportamiento en relación al medioambiente capaz de alcanzar todos los segmentos de la sociedad, en especial el sector empresarial e industrial. Su premisa básica es la de que el medioambiente es finito y limitado, y que destruirlo puede significar una especie de suicidio ‘a largo plazo’. 
Para el filósofo y ambientalista Augusto Angel Maya, el emerger de una ética con preocupaciones ambientales es una respuesta a la creencia generalizada de que ‘todo se resuelve con una simple innovación técnica o con algunas reformas económicas’, sin embargo, no es posible enfrentar la crisis ambiental sin una profunda reflexión sobre las bases en las cuales se sostiene la actual civilización tecnológica. Es notorio que, entre otras medidas, son urgentes y necesarias legislaciones más radicales para controlar el deterioro del medioambiente. La historia muestra que, las mudanzas en el campo jurídico, siempre fueron acompañadas de nuevas prescripciones éticas y de profundas renovaciones filosóficas.
Enrique Leff, por ejemplo, en su Saber Ambiental, concibe la ética como un sistema de valores que debe orientar la vida humana. De esa forma, una ética ambiental debe manifestarse en comportamientos humanos en armonía con la naturaleza. La ética debe ser capaz de proponer un sistema de valores asociados a una ‘racionalidad productiva alternativa, a nuevos potenciales de desarrollo y a una diversidad de estilos culturales de vida’. Leff propone que los principios éticos del ambientalismo se desdoblen en sistemas para regir la moral individual y los derechos colectivos.
(...)
Por cierto, no serán ni las profesiones de fe en la ética ni los panegíricos de los derechos de la naturaleza, por ejemplo, los que vencerán la crisis ambiental. Más que nunca, visto que el compromiso en relación al deber no tiene más credibilidad social, se debe rechazar la ‘ética de las certezas’ en favor de posicionamientos dialogados, con sentido de responsabilidad y orientados hacia la búsqueda de una medida justa entre el presente y el futuro. La obsolescencia del deber y el colapso de las ideologías apuntan hacia un espíritu de negociación y pragmatismo más amplio e innovador y de posicionamientos éticos inteligentes, ingeniosos y pluralistas.132
En esas circunstancias, cabe, por lo tanto, analizar la pluralidad de valores que están presentes en las discusiones sobre la problemática ambiental y reforzar la importancia de una actitud dialogada y democrática ante este cuadro de conflicto.
Defendemos que una postura consensual es capaz de proporcionar las condiciones para el establecimiento de los tan necesarios entendimientos y acuerdos normativos en ese campo. Hay que buscar también, frente a ese cuadro de inmensa pluralidad axiológica, la identificación de algún valor que pueda ser indicado como propiciador para los acuerdos consensuales.
(...)


Tomado de: Bezerra, S. (2011) Algunas propuestas sobre una nueva reflexión ética medioambiental (Tesina). Universidad de Burgos. Facultad de Derecho.
Accesible en http://dspace.ubu.es:8080/trabajosacademicos/bitstream/10259.1/123/1/Bezerra.pdf



sábado, 23 de noviembre de 2013

Moreno y García Pérez (2013) Educar para la participación desde una perspectiva planetaria


Las realidades sociales y ambientales de nuestro mundo están poniendo de relieve, cada vez con mayor crudeza, las consecuencias de la globalización: se extreman las desigualdades, millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza como resultado de un acceso desigual a los recursos, las alteraciones climáticas cada vez resultan más agresivas, están desapareciendo o deteriorándose irreversiblemente muchos ecosistemas, etcétera. Y todo ello afecta de forma especialmente grave a las poblaciones y grupos sociales más vulnera-bles (García Pérez y De Alba, 2008; Fernández Durán, 2004).
En este escenario las problemáticas socioambientales no pueden ser abordadas desde un plano meramente local, sino que requieren análisis y estrategias de intervención en una escala más compleja que combine la perspectiva local y la global (Caride y Meira, 2001); de ahí que se venga postulando, desde diversas instancias, el concepto de glocal. A estas problemáticas, por tanto, «se debe responder desde la promoción de una conciencia de ciudadanía global. Esto significa que cada ciudadano, dondequiera que viva, forma parte de la sociedad global» (Congde, 2004, p. 15). Ese tendría que ser, en último término, el enfoque de la denominada «competencia social y ciudadana».
En ese sentido, la geografía, dentro de las ciencias sociales, constituye un campo de referencia fundamental por cuanto aborda los problemas desde la dimensión espacial, permitiendo tanto ese abordaje de los mismos en diferentes escalas como el análisis de las interacciones entre los problemas socio-ambientales y el entorno en el que se generan y manifiestan. Ello, a su vez, facilita la incorporación, ya en el plano educativo, de ejes transversales como la educación ambiental y la educación para la ciudadanía. Y esa confluencia curricular ha de realizarse hoy con una perspectiva planetaria, que trabaje desde la glocalidad.
Desde este planteamiento, la participación como ciudadanos, conscientes de los problemas de su entorno y capaces de comprender su vinculación con los problemas del planeta, cobra especial relevancia. De hecho, los proyectos y programas que contemplan específicamente la educación para la participación ciudadana han ido abriéndose espacio en los centros escolares, generando nuevas perspectivas como herramienta para el desarrollo comunitario, si bien no está garantizada la integración de esas propuestas educativas –que con frecuencia proceden de fuera de la escuela– con el currículo escolar (García Pérez, 2009).
De hecho, los programas educativos complementarios a disposición de la comunidad escolar sobre temas como la educación ambiental, la educación ciudadana, la educación vial o la educación para la salud y el consumo constituyen un importante paso, que, sin duda, fomenta la participación ciudadana. Pero la dimensión de los problemas para los que hay que educar requiere ese enfoque de ciudadanía planetaria que estamos postulando. Como señala Boff: Dada la crisis generalizada que vivimos actualmente, todas las educaciones deben incluir el cuidado de todo lo que existe y vive. Sin el cuidado, no garantizaremos una sostenibilidad que permita al planeta mantener su vitalidad, los ecosistemas, su equilibrio, y nuestra civilización, su futuro. […] nos olvidamos de educar en la responsabilidad y en el cuidado del futuro común de la Tierra y de la Humanidad. Una educación que no incluya el cuidado demuestra ser alienada e irresponsable.
(...)
es evidente que estos programas educativos se muestran como instrumentos de gran valor didáctico y pedagógico, para desarrollar una educación ciudadana participativa, al favorecer el aprendizaje de aquellos elementos o aspectos de la ciudadanía más vinculados con el compromiso y con la acción de transformación social. En ese sentido, es incuestionable que entorno y ciudadanía están en constante relación, por lo que es imprescindible crear nuevos espacios que faciliten «la participación, la concienciación, la educación y la capacitación de la ciudadanía» (Bonil, Junyent y Pujol, 2010, p. 1). Un cambio que es imprescindible abordar desde una perspectiva compleja (García Díaz, 2004), situándonos así en un modelo de vida que considera la libertad desde la responsabilidad, el entendimiento político desde una democracia participativa y la comunidad como una forma de proyectarse hacia la planetariedad (Morin, 2000).


Moreno O. y García Pérez, F. (2013) Educar para la participación desde una perspectiva planetaria Análisis de experiencias educativas en Andalucía. Íber Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia | núm. 74 | pp. 9-16 | julio 2013

jueves, 21 de noviembre de 2013

Vargas (2009): Elementos para la consideración de una ética ambiental

(...) Las alternativas éticas al autoposicionamiento del ser humano en el centro remiten a perspectivas que sitúan en el centro la vida en general (biocentrismo), la vida sensitiva (sensocentrismo), o el conjunto de los seres naturales (ecocentrismo).
La perspectiva biocéntrica, conocida también como ecología profunda, o ética de “veneración por la vida”, parte del principio de que la vida en sí tiene un valor moral intrínseco, es decir, conservar y promover la vida es algo bueno y deseable en sí mismo, y no un medio para fines utilitarios. De este presupuesto se sigue el deber de respetar toda forma de vida, porque los biocentristas extienden la agencia moral a todos los seres vivientes, según una concepción moral que está próxima a la religión y el misticismo. El universo se concibe como una unidad metafísica, de la que participan todos los seres naturales. La existencia de todo ser está en función de su propia autorrealización, que consiste
1965), un antecedente fundamental de la ética biocéntrica, sostiene con estas palabras la equivalencia moral de toda forma de vida: “La ética consiste en (…) que yo experimente la necesidad de practicar la misma veneración por la vida hacia todo deseo de vivir, que hacia la mía propia. (…) Es bueno mantener y amar la vida; es malo destruirla y detenerla” (Citado en Singer, 1995:347).
La vida en sí es dotada del carácter de lo sagrado, y por ende, todo ser vivo debe ser reconocido como sujeto moral. La veneración por la vida es ilustrada por Schweitzer de la siguiente forma:
(El hombre ético) “no arranca una hoja de su árbol, no rompe una flor, y tiene cuidado de no aplastar a ningún insecto al andar. Si trabaja a la luz de una lámpara en una noche de verano, prefiere mantener la ventana cerrada y respirar aire sofocante, antes que ver cómo caen en su mesa un insecto tras otro con las alas hundidas y chamuscadas” (Loc.cit)
(...) La racionalización moderna del mundo ha tenido como consecuencia la extensión y absolutización de la racionalidad instrumental en ámbitos de convivencia donde el discurso tiene otros intereses, y está sustentado por una racionalidad no instrumental, es decir, no orientada hacia el dominio técnico de objetos, sino hacia la sociabilidad y la convivencia posibles.
Pero incluso en el ámbito de los procesos de producción, la racionalidad comunicativa no debe estar ausente, si la producción se entiende como el resultado de la interacción con un medio que no es puramente objetivo. La condición indispensable para toda comunicación es la consciencia de hallarse ante un interlocutor posible, esto es, un ser dotado de vida autónoma. Asimismo, la negación de vida y autonomía es condición necesaria para implementar acciones de dominio sobre la realidad objetiva. En este punto conviene recordar la formulación kantiana del imperativo categórico: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio” (Kant, 2002:116).
La máxima nos hace advertir que en el contexto de la interacción, y por la naturaleza social del ser humano, el prójimo se nos presenta como medio, e inevitablemente debemos asumirlo como tal, en función de nuestros intereses. Pero que el prójimo no es sólo un medio, sino además un fin: la necesaria mediatización del prójimo está limitada por la dignidad de su naturaleza como fin, y el respeto en las relaciones humanas se mide por el reconocimiento de esa dignidad.
(...)

Tomado de:  Vargas, R. (2009). Elementos para la consideración de una ética ambiental . Trama (2) 1, julio.
Accesible aquí.


martes, 19 de noviembre de 2013

Barraza y Castaño (2012) ¿Puede la enseñanza de la ciencia ayudar a construir una sociedad sostenible?

En este articulo presentamos una descripción critica sobre algunos de los lineamientos que consideramos necesarios desde el contexto de la educación a nivel universitario para dirigir y transformar el sistema educativo hacia una educación sostenible. Hablar de sostenibilidad hoy en día requiere de una reestructura en los programas de enseñanza en todos los niveles educativos.
Señalaremos la relevancia de adecuar los contenidos del conocimiento hacia el tema de la sostenibilidad incorporando sus seis dimensiones. Así como las implicaciones que el concepto de sostenibilidad tiene en nuestra forma de pensar y de actuar. Discutiremos el aprendizaje transformador (TL) y algunas estrategias pedagógicas en la enseñanza de temas sobre la sostenibilidad que ayuden a generar cambios en las actitudes de quienes serán futuros maestros.
Revisaremos enfoques pedagógicos para la enseñanza de la ciencia que nos pueden ofrecer una aproximación hacia cómo educar docentes para la educación sostenible, como el modelo educativo de las 5 “E”o los cinco dominios que favorece a la construcción de un pensamiento crítico, reflexivo y participativo. Finalmente proponemos un modelo de educación sostenible que incorpora cuatro ejes epistemológicos: una educación multi e intercultural, una educación para el futuro, una educación integradora y holística, y, una educación participativa. 

Barraza, L. y Castaño, C. (2012) ¿Puede la enseñanza de la ciencia ayudar a construir una sociedad sostenible? Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado. Vol. 16, nº 2.

viernes, 15 de noviembre de 2013

González Gaudiano (2012) La ambientalización del currículum escolar: breve recuento de una azarosa historia

El artículo discute el proceso de ambientalización curricular en el marco del proceso de agotamiento del currículum convencional sufrido en las dos últimas décadas. Se sostiene que si bien la incorporación de la dimensión ambiental en el sistema educativo formal podría haber propiciado una revitalización de los procesos escolares dadas sus intrínsecas características articulatorias, la pérdida de las capacidades heurísticas del currículum escolar constriñó la educación ambiental a una serie de contenidos discretos y a una propuesta de transversalización que nunca se consumó en los hechos. La aparición de la educación para el desarrollo sustentable, así como temas complejos emergentes como el cambio climático, siguen el mismo trillado camino de transformaciones minimalistas que alteren lo menos posible el status quo de las disciplinas, así como el orden social que se trasmite a través del contenido curricular y los atávicos rituales que tienen lugar en el aula, ahora con la mediación de las tecnologías de la información y la comunicación. 
.../...
Orientar el currículum hacia la sustentabilidad no significa impulsar nuevas formas de “pensamiento único” (Ramonet, 1995), sino de dar coherencia y sentido a los procesos 
educativos a partir del establecimiento de criterios y principios para que el estudiante pueda discernir entre varias opciones en un marco de tránsito hacia la sustentabilidad. 


Tomado de: González Gaudiano, E. J. (2012) La ambientalización del currículum escolar: breve recuento de una azarosa historia. Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado. Vol. 16, nº 2.

jueves, 7 de noviembre de 2013

WEEC


WEEC: gusta la idea de una red más fuerte y organizada

En las semanas previas al Séptimo WEEC que se celebró en Marrakech con gran éxito (www.weec2013.org), la Secretaría Permanente ha consultado a los que ya se han incorporado a la red mundial mediante la firma de la Carta de Principios. La pregunta que se ha hecho era acerca de la evolución futura y, en particular, acerca de la decisión de hacer la red más formal e "institucionalizada".

Respondieron 455 personas. Se trata de personas activas (4 sobre 5 iban a asistir al congreso en Marruecos) y por la gran mayoría están dispuestos a unirse formalmente a la red. Sólo el 1 por ciento, de hecho, respondió "no", que no quieren unirse formalmente a la red internacional nacida entorno a los Congresos Mundiales. 10% "no sabe" y prefiere pensarlo y/o consultar a su organización, mientras que todos los demás están dispuestos a participar como individuos (40%) , como individuos y como organización (32 %) o como organización (17%) . Sólo una pequeña minoría considera innecesaria la formalización o tiene miedo que pagar una cuota de afiliación sea un compromiso demasiado oneroso.
Idéntico (89%) el porcentaje de aquellos que están interesados en participar en una coordinación del continente o subcontinente .
Casi todos, en fin, están interesados en participar en los trabajos de las comisiones temáticas permanentes. La elección propuesta fue entre los 11 "niches" temáticos del séptimo WEEC. Se prefiere (14%) el área temática «Promoting Environmental Education and Networking/Promouvoir l'education à l'environnement et la mettre en réseau pour la renforcer/Crear redes para promover la educación ambiental». Sigue «Research in environmental education/La recherche en éducation à l'environnement/La investigación en educación ambiental». Las otras opciones se distribuyen entre los 9 “niches” restantes y propuestas adicionales.

viernes, 18 de octubre de 2013

Huxley (1893) Evolution and ethics

Thomas Henry Huxley (1825-1895) fue un biólogo inglés tan defensor de la teoría de la evolución de Darwin que en 1860, en una discusión con el obispo de Oxford, llegó a afirmar que prefería descender del mono antes que de alguien como él.
Huxley tuvo mucha influencia en el sistema educativo de su época proclamando un amplio abanico de disciplinas para la enseñanza primaria, mientras que para la secundaria proponía dos años de estudios básicos y otros dos de estudios más específicos en algún área del conocimiento.

En medio del debate sobre la selección natural y su posible
influencia en comportamientos que benefician al individuo, en 1893, Huxley pronuncia una conferencia bajo el título de Evolution and ethics (“Evolución y ética”). En ella defiende la existencia de una oposición entre moralidad y selección natural y protesta contra la indiferencia moral de la naturaleza y de sus productos afirmando que: “Entendamos de una vez por todas que el progreso ético de la sociedad no depende de que imitemos el proceso cósmico de la evolución, sino de que nos opongamos a él”.

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Enciclopedia Larousse.
Fisiólogo británico (Ealing, Middlesex, 1825, Londres 1895).
Después de graduarse, se sacrificó la moda de la época, y participó en las grandes exploraciones naturalísticas. En 1846, se embarcó en un velero que lleva el Pacífico y en el norte de Australia. A su regreso a Gran Bretaña, que trajo muchos especímenes de plantas y animales, cogidos en cada parada, para hacer estudio de naturalistas y botánicos muy interesados ​​en la fauna y la flora distantes y aún poco conocidas. Pero estos "cultivos" se han convertido en tan interesantes ​​que el propio Huxley se hace naturalista y elige una carrera en las ciencias naturales.
Muy pronto publicará "Una historia de los Hydrozoa del océano". Conocido por su claridad pedagógica, este pionero de la biología de enseñanza práctica fue nombrado en 1854 profesor en el Colegio Real de Minas. Un poco más tarde, se convirtió, en la Universidad de Londres, profesor de fisiología y anatomía comparada, los materiales que ya se imparten en el Colegio Real de Cirujanos.
Cuando Charles Darwin publicó en 1859, El Origen de las Especies, Thomas Huxley  se convirtió de inmediato en un firme defensor de la nueva teoría, ya que también estaba convencido de que la evolución era "motivada" por la necesidad de los seres vivos de adquirir o ser modificardos para mejorar su condición.
Para reforzar esta creencia, Thomas Huxley trata de mostrar que existen fuertes vínculos y similitudes entre los humanos y los grandes simios. Escribió en 1863 Evidencia del lugar del hombre en la naturaleza, Thomas Huxley luchó gran parte de su vida para vencer la reticencia de la élite intelectual de la época, poco dispuesto a aceptar nuevas ideas sobre la evolución.

Tomado de la Enciclopedia Larousse.

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Imágenes tomadas de Wikipedia.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Muir, J. (1911) My first summer in the Sierra.

John Muir (1838-1914), estadounidense de origen escocés fue el naturalista más prestigioso de la época, además de conservacionista y fundador del Sierra Club (la más antigua, amplia e influyente organización medioambiental de EE.UU.). Publicó más de 3.200 artículos promoviendo el estudio y la conservación de la naturaleza, divulgando sus saberes y descubrimientos. Muir, seguidor de los ensayos del naturalista Ralph Waldo Emerson, veía a la naturaleza como su hogar. El 30 de setiembre de 1890 es la histórica fecha del nombramiento del Parque Nacional de Yosemite, iniciativa de Muir.
Este naturalista, uno de los primeros naturalistas en alejarse de la visión antropocéntrica del mundo, nos deja esta reflexión: “Cuando tratamos de descubrir algo por sí mismo, nos vemos obstaculizados por su relación con todo lo demás en el universo” en su obra My first summer in the Sierra (“Mi primer verano en Sierra”) (1911).
En 1892, Muir y varios de sus seguidores fundaron el Sierra Club, en palabras de Muir, para “hacer algo por lo salvaje y hacer felices a las montañas” (según reza en la web del club). Muir fue el presidente del club hasta su muerte en 1914. Hoy en día, el Sierra Club tiene más de 1,3 millones de miembros y simpatizantes, siendo sus primeros objetivos explorar, disfrutar y hacer accesibles las regiones de la montaña de la costa del Pacífico, para publicar la información real acerca de ellos y promover la cooperación entre la sociedad civil y el gobierno en la preservación de los bosques y otros elementos naturales de la Sierra Nevada.

Publicación accesible en Open Library (inglés).

Imágenes tomadas de Wikipedia.

lunes, 14 de octubre de 2013

Marsh, G. P. (1864). Man and nature; or, Physical geography as modified by human action

A mediados del siglo XIX, una creciente preocupación por el estado del medio ambiente comenzó a tomar forma. En 1864, el diplomático estadounidense George Perkins Marsh (1801-1882) publicó el libro pionero Man and nature; or, Physical geography as modified by human action (“Hombre y naturaleza; o, geografía física modificada por la acción humana”). Se trata de uno de los primeros trabajos que documentan los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente.
En dicha publicación, Marsh argumentaba que las antiguas
civilizaciones mediterráneas desaparecieron debido a la degradación del medio ambiente, fundamentalmente la deforestación –consecuencia del uso de la madera en la construcción urbana, naval, líneas férreas… y como combustible–, lo cual dio lugar a suelos erosionados que llevaron al empobrecimiento y disminución de la productividad del suelo. Además, encontró las mismas tendencias en otras civilizaciones. Este trabajo, a su vez, ayudó a poner en marcha el movimiento moderno de conservación y provocó la creación del Adirondack Park (en el norte del estado de Nueva York) por el Servicio Forestal de los Estados. Actualmente, a nivel estatal, es el parque más grande de EE.UU. y el Monumento Histórico Nacional más extenso.

Publicación accesible en: Google Books (inglés).

Imágenes tomadas de Wikipedia y Google Books.


sábado, 12 de octubre de 2013

Thoreau, H.D. (1854). Walden.

1854. Walden. Thoreau


Henry David Thoreau (1817-1862) fue un escritor trascendentalista estadounidense conocido por su publicación Walden (1854), publicado por primera vez como Walden o La vida en el bosque, donde detalla sus experiencias a lo largo de los dos años en los que vivió en una cabaña que construyó cerca de Walden Pond, en medio de unos bosques cuya propiedad pertenecía a su amigo y mentor de R. W. Emerson, cerca de Concord, Massachusetts. Al sumergirse en la naturaleza, Thoreau esperaba obtener, a través de la introspección personal, una comprensión más objetiva acerca de la sociedad. El libro es una reflexión sobre la vida sencilla en un entorno natural, y un ensayo sobre la desobediencia civil y la resistencia individual ante un estado injusto. Viene a ser una declaración personal de independencia, un experimento social, un viaje de descubrimiento espiritual y un manual para la autosuficiencia.

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Seisdedos, I. (2013). Thoreau, apóstol del 15-M... de 1845. El País (4 de junio).

“De todas las cosas inexplicables y extrañas, esta de llevar un diario es la más extraña. No se puede decir nada sobre ello. No tiene sentido decir que está bien, y tampoco decir que está mal”. Pese a tanta reserva, el pensador estadounidense Henry David Thoreau (1817-1862), autor de la anotación, construyó a lo largo de 24 años un corpus autobiográfico fragmentado de más de siete mil páginas. Una pequeña porción ve al fin la luz en español en la recopilación El diario. Volumen I (1837-1861), editada por Capitán Swing Libros con traducción de Ernesto Estrella.
Ya licenciado en Harvard, el joven escritor reflexionó acerca de la pertinencia del dietario en 1840. Cinco años después, decidió romper con la civilización y renunció al mundo en una cabaña construida por él mismo en un terreno que Ralph Waldo Emerson le cedió a orillas de una laguna en las inmediaciones de Concord, Massachusetts, ciudad natal de Thoreau. Tituló Walden el recuento de aquellos días. Mezcla de ensayo autobiográfico, tratado de sociopolítica y estudio sobre flora y fauna del lugar, le valió el ingreso en la historia del inconformismo. Dos años después, pasó una de las noches en el calabozo más célebre de la historia de la literatura, ganada por negarse a pagar sus impuestos en protesta contra la esclavitud. De ahí salió su clásico Desobediencia civil, manual de uso pacífico para líderes como Gandhi o Martin Luther King.
[...] Seguir leyendo.

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Tomado del boletín del CENEAM:

Francisco Javier Irisarri Vázquez (2013) Thoreau y la naturaleza: De Walden a la creación de los Parques Nacionales. Española de Educación Ambiental.


El filosofo Thoreau es un desconocido, especialmente en Europa, pero está considerado en EE.UU como uno de los filósofos que sentaron las bases de la concepción de la naturaleza que luego seguiría el pensamiento ecologista

La publicación recoge la investigación histórica sobre la formación del pensamiento ecologista, siguiendo el mismo hilo conductor a lo largo de todo su análisis histórico-filosófico para mantener una articulación bien centrada: La aparición de los primeros Parques Nacionales o Naturales.

La investigación está dividida en cinco capítulos:

    El primero, revisa los antecedentes históricos del concepto de parque 
    El segundo, se detiene especialmente en ver su influencia en la filosofía que aparece en los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XIX. Esta filosofía sienta las bases para una concepción de la naturaleza en la que el ser humano empieza a verse como parte de la misma 
    Revisa el pensamiento específico de Thoreau para ver cuáles son sus aportaciones más originales 
    Muestra como la filosofía y estética del paisajismo inglés del siglo XVIII es la misma que más adelante da lugar al Park Movement (Movimiento por los parques) 

    El último capítulo estudia como aparece y toma fuerza el conservacionismo en España. 

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Walden, accesible en: http://webs.uvigo.es/consumoetico/textos/walden.pdf (2013-10-12)

Artículo de El País: http://elpais.com/diario/2004/08/26/revistaverano/1093471207_850215.html

miércoles, 9 de octubre de 2013

Emerson, R.W. (1836) Nature

Sesenta años después de declarar la independencia, la incipiente cultura estadounidense todavía se encontraba fuertemente influenciada por Europa. La tecnocracia filosófica asentada por Descartes, que había llevado a la atomización y deshumanización de las sociedades humanas (Turnbull, 1999) y a su conformidad irreflexiva y carente de crítica, comenzaba a ser cuestionada.

Estimulados por el romanticismo inglés y el alemán, la naciente crítica bíblica y el escepticismo, entre otras corrientes, personas como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau o Margaret Fuller generan una nueva tendencia denominada 
trascendentalismomovimiento filosófico que se desarrolló en la década de 1830 y 1840 en Nueva Inglaterra, EE.UU. Esta corriente defiende una apreciación no antropocéntrica de la naturaleza e insta a que, en palabras de Emerson, cada individuo encontrase “una relación original con el universo”. A su vez, estas mismas ideas tratan de dar un carácter genuinamente estadounidense esta nueva cultura, soltando amarras de la colonizadora cultura europea.
Nature (“Naturaleza”) es un ensayo escrito por el filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson (1803-1882), publicado anónimamente en 1836. Este ensayo, base del trascendentalismo, sostuvo que la verdadera independencia del individuo se consigue con la intuición y la observación directa de las leyes de la naturaleza. Para Emerson, el ser humano cuando se encuentra en contacto con la naturaleza, haciendo uso de la intuición y la observación, es capaz de entrar en contacto con la energía cósmica, la fuente creadora de la vida, identificada como Dios –u orden– por los deístas, y como “totalidad” por los panteístas (Goodman, 2008).
Emerson siguió su éxito literario con otro famoso discurso titulado The American Scholar (“El escolar americano”). En este ensayo propugnaba que la educación se compone de tres influencias: la naturaleza, el pasado y los libros, y la acción. Así, sólo se puede entender la realidad a través del Estudio de la Historia Natural.

Texto en: 
Fotografías: Emerson, tomado de Wikipedia

lunes, 7 de octubre de 2013

Joseba Macias, goian bego


Reyes Ruiz, F.J. (2013) 31 años de educación ambiental: de la documentación de angustias al necio combate

El profesor Francisco Javier Reyes Ruiz (Universidad de Guadalajara, México) escribe en el Boletín del Ceneam de este mes de ostubre de 2013: 31 años de educación ambiental: de la documentación de angustias al necio combate.

La Conferencia internacional sobre educación ambiental realizada en Tbilisi puede percibirse de manera contrastante; por un lado, se considera como un evento fundamental por su relevancia y aportes en la historia de la educación ambiental, por otro, es la muestra de cómo la manera de entender un término llega a imponerse desde los gobiernos y los organismos internacionales sin darle suficiente cabida a posturas teóricas y políticas de movimientos y pensadores críticos frente a los modelos predominantes de desarrollo económico. Pero más allá de apuntar este contraste, en este artículo se identifican y analizan algunas de las estrategias planteadas en Tbilisi para lograr el proceso de consolidación de la educación ambiental tanto a nivel nacional como internacional y, a partir de este reconocimiento, señalar algunos elementos generales que permitan evaluar los avances y pendientes al respecto. 
  
1. MAGIA FUNDACIONAL 
  
Placenta y linaje, la Conferencia de Tbilisi proyecta esa magia (y toda magia tiene mucho de ilusión) de los momentos fundacionales de la esperanza. Posee un pulso magnético que nos atrae con recurrencia. Tbilisi se convirtió, por extrañas razones, en palabra memorable, cuya fuerza se mantiene a pesar de ese desintegrador de huellas que es el tiempo. Así, Tblisi sigue hoy, a 31 años, contribuyendo no sólo a la discusión, sino a trazar itinerarios. Desde entonces, independientemente de cualquier balance, nos ha 
crecido la memoria, se nos ha definido el rostro y escudriñamos la realidad con ojos más extensos. 

Archipiélago de propuestas, el Informe Final estimuló energías afirmativas que han ayudado a no quedarnos parados en el limbo de la pasividad y la amargura. Nos ha permitido dejar de rumiar los males y ensayar antídotos frente al seductor remolino civilizatorio. Parte de su mérito es que estuvo lejos de ser juglar de catástrofes o heraldo de pesadillas; no invadió el imaginario social con infiernos ecológicos ni propagó nuevos mapas del desamparo universal. Tampoco prometió, y eso no es ventaja menor, que con la educación ambiental se puede arribar a sociedades de tarjeta postal o a una colección de espejismos inútilmente idílicos. 

La citada Conferencia se escapó de quedar aterida en el intersticio cómodo que hay entre la vacilación y la angustia. Tuvo en su momento la virtud de mostrar que la educación ambiental había sido casi muda, antes de los años setenta, no por ausencia de ideas ni por carecer de un incipiente edificio de pensamientos propios, sino debido a la falta de tribunas y de reflectores. Tbilisi es un parteaguas que nos da sentido, pero también sentimiento de pertenencia y nos permite palpar, como ducadores ambientales, esas raíces invisibles y reales, desde las cuales venimos creciendo. 

Una de las importantes cualidades de Tbilisi es que, me parece, planteó que la educación ambiental debe ser mucho más que una etapa de la historia de la pedagogía; que por encima de ello, sus principios deben convertirse en elementos constitutivos de la condición humana y no quedar sólo como una práctica curricular. Es decir, propone, de manera implícita, que la frontera no es el aparato certificador de la burocracia escolar, sino la vida misma; por la rotunda razón de que esta última es más grande y vasta y es a ella, finalmente, a la que debe rendirle cuentas la educación. 

[...]
Tengo la convicción de que estamos aún lejos de escribir epitafios para la educación ambiental o de comenzar a guardar sus cenizas. Pero si ésta cancela la viabilidad de su futuro y abre la puerta del olvido, no será por bulimia teórica y discursiva o porque la realidad aplaste su vértigo de acción; más bien su futuro le será cancelado cuando deje de ser un asunto entrañable para una colectividad de necios. El mundo se tendrá que acostumbrar a contar con nosotros; especialmente si nos aferramos a recorrer esos senderos, unos antiguos y otros nuevos pero siempre palpitantes, donde está la gente que nos hace educadores. 
[...]

Tomado de: http://www.magrama.gob.es/es/ceneam/articulos-de-opinion/2013-10-reyes-ruiz_tcm7-298885.pdf

viernes, 4 de octubre de 2013

Leopold A. (1949) A Sand County Almanac, and Sketches Here and There.

Aldo Leopold (1887-1948) fue un escritor estadounidense, científico y ecologista. Hizo hincapié en la importancia de la biodiversidad y la ecología y fue uno de los fundadores de la ciencia para la gestión de la fauna silvestre.

Este profesor de la Universidad de Wisconsin, es conocido especialmente por su libro póstumo, publicado en 1949 A Sand County Almanac, and Sketches Here and There (“Un almanaque del Condado de Sand, y bocetos de aquí y allá”) en el que desarrolla su novedosa propuesta ética medioambiental, ecológica, biocéntrica o “Ética de la tierra”, y su alegato por la preservación de la fauna tuvo un gran impacto en el naciente movimiento ecologista. Esta obra es una mezcla de Historia Natural, junto con descripciones de paisajes y pensamientos filosóficos con los que va dando cuerpo a una ética ecológica en la que llega a valorar que: “Una cosa está bien cuando tiende a preservar la integridad, estabilidad y belleza de la comunidad biótica. Es incorrecta cuando tiende a lo contrario”.

En 1933, Aldo Leopold esbozó su concepto de la ética de la conservación y señaló que la aceptación y formulación de principios éticos es en realidad “un proceso en la evolución ecológica”. “Sus secuencias –escribe Leopold– pueden describirse tanto en términos biológicos como filosóficos. Una ética, desde el punto de vista biológico, es una limitación de la libertad de acción en la lucha por la existencia. Una ética, desde el punto de vista filosófico, es una diferencia entre la conducta social y la antisocial. Estas son dos definiciones de una sola cosa. El origen de ésta es la tendencia de individuos o sociedades interdependientes a desarrollar formas de cooperación. El biólogo las denomina simbiosis. El hombre ha elaborado ciertas simbiosis superiores llamadas política y economía. (Buzzatti-Traverso, 1977)
Leopold afirma que las raíces de la crisis ecológica son fundamentalmente filosóficas, es decir, que se basan en la relación existente entre las personas y la tierra que habitan. Se muestra especialmente crítico con la falta de participación popular, la democracia delegada, la conservación en el entorno particular y con el hecho de que el Estado se convirtiese en el garante de la conservación de la naturaleza. Sus postulados van a tener influencia en diferentes disciplinas, como son el Derecho, la Sociología, la Economía, la Ecología, la Geografía, la Filosofía, etc.
A Sand County Almanac se convirtió, y sigue siendo, la piedra angular del movimiento ambiental de Norteamérica y del pensamiento y obras medioambientalistas modernas. Ayudó a establecer las bases de trabajos posteriores que pudieron impulsar al país hacia el despertar medioambiental de los años 1960 y 1970. Leopold puso en tela de juicio la búsqueda de la riqueza por sí misma. El valor de la búsqueda del progreso a costa del medio ambiente comenzó a ser cuestionado en serio en la década de 1950. El éxito de John Kenneth Galbraith con La sociedad opulenta, publicada en 1958, estuvo marcado por la asfixia producida por la contaminación atmosférica en varias ciudades de California, y Vance Packard, en su libro de 1960 Los fabricantes de residuos, dio la alarma contra la contaminación y su expansión. Sin embargo, el ambientalismo tomó los trabajos de una científica tranquila, elocuente [Rachel Carson], y de un burócrata alfabetizado ecológicamente [Steward Udall] para reorganizar realmente la ideología (Carter, 2010).

Imáges tomadas de Wikipedia.

martes, 24 de septiembre de 2013

Carson, R.(1962) Primavera silenciosa

Saludos,
vamos a iniciar una pequeña serie de reseñas a publicaciones que tienen unos cuantos años, pero que, sin duda se convirtieron en referente en la construcción de la educación ambiental.
Comenzamos por Primavera Silenciosa, de Rachel Carson.

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Rachel Carson (Tomada de Wikipedia)
En 1962, A los pocos meses de publicarse Our Synthetic Environment, sale a la luz el libro de la bióloga marina y conservacionista estadounidense Rachel Carson (1907-1964), Silent Spring (“Primavera Silenciosa”) que por su alcance, de alguna manera, cambió la manera de ver y sentir el mundo. El trabajo se publicó por capítulos en el diario The New Yorker y posteriormente salió a la venta en forma de libro. Carson ya era conocida por otros trabajos de biología, sobre todo marina. Sin embargo, en la década de 1940, cuando las campañas anti-plagas habían sido parte de las estrategias en la guerra del Pacífico, comenzó a preocuparse por el efecto de los pesticidas, el DDT en particular. Emprendió una recogida de información sobre el asunto y, a partir de 1957, empezó a llamar la atención de otras personas con el fin de realizar una demanda contra el Departamento de Agricultura los EE.UU. en relación con las fumigaciones aéreas en Long Island. El trabajo documentó los efectos de los plaguicidas en el medio ambiente y provocó un novedoso sentido de urgencia en los problemas generados por la actividad humana en el medio ambiente.
Estos son algunos de los primeros párrafos de Primavera silenciosa:
(…) La comarca era famosa por la abundancia y variedad de sus pájaros y cuando la riada de las aves migratorias se derramaba sobre ella en primavera y en otoño, la gente llegaba desde grandes distancias para contemplarla. Otros iban a pescar en los arroyos que fluían claros y fríos, de las montañas y que ofrecían sombreados remansos en que nadaba la trucha. Así sucedió en remotos días, hace muchos años, cuando los primeros habitantes edificaron sus casas, cavaron sus pozos y construyeron sus graneros.
Entonces un extraño agostamiento se extendió por la comarca y todo empezó a cambiar. Algún maleficio se había adueñado del lugar; misteriosas enfermedades destruyeron las aves de corral; los ovinos y las cabras enflaquecieron y murieron. Por todas partes se extendió una sombra de muerte. Los campesinos hablaron de muchos males que aquejaban a sus familias. En la ciudad, los médicos se encontraron más y más confusos por nuevas clases de afecciones que aparecían entre sus pacientes. Hubo muchas muertes repentinas e inexplicables, no sólo entre los adultos, sino incluso entre los niños que, de pronto, eran atacados por el mal mientras jugaban, y morían a las pocas horas.
Se produjo una extraña quietud. Los pájaros, por ejemplo… ¿dónde se habían ido? Mucha gente hablaba de ellos, confusa y preocupada. Los corrales estaban vacíos. Las pocas aves que se veían se hallaban moribundas: temblaban violentamente y ni podían volar. Era una primavera sin voces. En las madrugadas que antaño fueron perturbadas por el coro de los gorriones, golondrinas, palomos, arrendajos y petirrojos y otra multitud de gorjeos, no se percibía un solo rumor; sólo el silencio se extendía sobre los campos, los bosques y las marismas. (Carson, 1980:14)
Rachel Carson en una de sus investigaciones de biologíamarina
(Tomada de Wikipedia)
Con esta publicación, según Daniel Einstein señala, “nació un movimiento de educación nueva” (1995). Primavera silenciosa se convirtió rápidamente en un catalizador para el movimiento ambientalista. Una fuerza diferente comenzó a surgir: la conciencia de la complicidad humana y de la participación de los valores públicos en el deterioro ambiental. La preocupación pública sobre los efectos de la industrialización comenzó a aumentar. Los eventos que se celebraban a favor del medio ambiente, así como a la atención sobre estas cuestiones, eran cada vez más populares.
Sin embargo, paralelamente, la figura de Carson fue corneada por los toros corporativos en todo el país, incluso antes de su publicación. Fue atacada violentamente con amenazas de juicios y con burlas, que incluían sugerencias de que ese científico meticuloso sería una “mujer histérica” cualificada para escribir un libro así. Un contraataque desmesurado fue organizado y dirigido por las empresas Monsanto, Velsicol, American Cyanamid –de hecho, la industria química en general– debidamente apoyadas por el Departamento de Agricultura, así como por la mayor cautela de los medios de comunicación. (Matthiessen, 1999)
Carson (1980) defendió que:

Es al público a quien se debe pedir que asuma los riesgos que comportan los insecticidas. El público debe decidir si desea continuar por el actual camino, y sólo puede decidirlo cuando está en plena posesión de los hechos. Con palabras de Jean Rostand: “La obligación de sufrir nos da el derecho de conocer”.
Estos y otros acontecimientos paralelos provocan que la clase científica también vea la educación como esencial para proporcionar a los y las estudiantes una conciencia acerca de las amenazas a la especie humana y estimular la reflexión y el debate sobre los problemas sociales y ecológicos de la humanidad. (Boyden, 1970, citado en Gough, 1997)
Primavera Silenciosa concluye:
El control de la naturaleza es una frase concebida con arrogancia nacida en la Edad de Neanderthal de la Biología y de la Filosofía, cuando se suponía que la naturaleza existía para la conveniencia del ser humano. Los conceptos y prácticas de la entomología aplicada, datan en su mayor parte de la Edad de Piedra de la ciencia. Nuestra alarmante desgracia es que una ciencia tan primitiva se haya armado a sí misma con la más moderna y terrible de las armas, y que al volverla contra los insectos también se ha vuelto contra la Tierra. (Carson, 1980)
A Sand County Almanac y Silent Spring, de Rachel Carson, son considerados los dos libros medioambientalistas más importantes del siglo XX. Ambos, junto con las pruebas radioactivas de los años 50, las evidencias de las consecuencias de la contaminación y otras dieron un impulso a la preocupación medioambientalista de la época. Comienza el movimiento ecologista.


Varios fragmentos accesibles en: Google Books.