http://www.ingurumena.ejgv.euskadi.net/r49-6172/es/contenidos/boletin_revista/ihitza30/es_ihitza30/sumario.html) Hilda aportó su visión de futuro.
EL FUTURO DE LAS AGENDAS 21 ESCOLARES
Hilda Weissmann
Coordinadora pedagógica de la A21E del Ayuntamiento de Barcelona
La expansión de los programas de educación ambiental no parece tener límites. Cada vez son más los centros de enseñanza de Europa, América o Asia que han comenzado a implantar Agendas Escolares o programas similares y, aunque cada cual tiene sus propias características, el objetivo común sigue siendo el mismo: educar a personas que garanticen una sociedad más sostenible.
No parece una empresa nada fácil predecir el futuro de un programa de educación ambiental en el que al menos intervienen variables del complejo entorno del profesorado, de la propia dinámica de las instituciones y de la visión de las y los políticos, las y los técnicos y gestores ambientales de los municipios o comunidades autónomas.
Sin embargo puede ser un buen ejercicio analizar los cómo y los por qué del rápido crecimiento de las Agendas 21 escolares o de otros programas de educación ambiental equivalentes que se han implementado en los últimos años no sólo en Europa, también en América, Asia y aun más allá.
De dicho análisis podríamos inferir cuál será su futuro o al menos qué habría de suceder para que ese aumento sea cada vez más significativo no sólo en cuanto al número de centros implicados sino y muy especialmente respecto a la calidad de los programas.
En cuanto a los aspectos que le caben al ámbito político y técnico resulta fundamental aunque no exclusivo el convencimiento de que la educación ambiental es una de las claves para la formación de una ciudadanía crítica y comprometida con la realidad. Ese convencimiento se habría de traducir en un compromiso compartido que habría de manifestarse en:
- Garantizar la coherencia entre las políticas educativas y las de gestión ambiental que se implementan en las ciudades. Las escuelas valoran el hecho de saber que no están solas y que lo que realizan tiene un significado colectivo que comparten con otras instituciones y grupos sociales.
- Atender con criterios sostenibles la construcción y el mantenimiento de los edificios escolares y su entorno. Un contexto gestionado con criterios sostenibles es en sí mismo un elemento educativo, en ocasiones más potente que una campaña de sensibilización, por ejemplo.
- Crear para la coordinación del programa, un equipo estable formado por profesionales expertos en el campo educativo y ambiental.
- Reconocer la necesidad e implementar estrategias de reconocimiento, soporte técnico y pedagógico, formación y recursos que requiere el profesorado a la hora de introducir y mantener programas de educación ambiental.
- En cuanto a las instituciones educativas, resultará fundamental una actitud proactiva e ilusionante frente a la idea del cambio, de la innovación. Asimismo el propósito de velar por la coherencia entre el discurso y la práctica pedagógica o al menos reconocer críticamente – en el seno de la institución - la existencia de estrategias educativas y modelos de organización heterogéneas y contradictorias que se habrían de superar.
- "Resulta fundamental el convencimiento de que la educación ambiental es una de las claves para la formación de una ciudadanía crítica y comprometida con la realidad"
- Imaginamos también un profesorado con una visión de la educación que no consista en transmitir conocimientos y enseñar comportamientos idóneos, sino en fortalecer las capacidades de cada uno para asumir sus responsabilidades en dar forma al futuro. Hablamos de desarrollar competencias, no de cambiar hábitos.
- Un profesorado que enseña al alumnado a plantearse preguntas (más que ofrecer respuestas elaboradas) y que potencia estrategias que ayuden en la búsqueda de respuestas creativas a los conflictos socio-ambientales generando una cultura social basada en la cooperación y la comunicación, en la responsabilidad y la participación.
Evolucionar hacia una sociedad más sostenible es un largo proceso de aprendizaje, en el cual un programa como la Agenda 21 Escolar debiera suscitar las ganas de caminar, sugerir posibles y diversos itinerarios y suministrar el soporte y los recursos que ayuden a encontrar el buen rumbo.