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miércoles, 4 de junio de 2014

Romero Cuevas, R.M. (2014): Algunos obstáculos y perspectivas de la educación ambiental


Algunos obstáculos y perspectivas de la educación ambiental
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La crisis ambiental nos demanda la búsqueda de nuevos diálogos, de nuevos saberes y de nuevas formas de aprehender el mundo. En este contexto es necesario preguntarnos: ¿cuál es la potencialidad formativa de la educación ambiental?, ¿puede la educación ambiental favorecer el descubrimiento y construcción de la realidad?, ¿de qué manera la educación ambiental abre la posibilidad de la comprensión del otro?, ¿puede abrir puertas a la comprensión de la complejidad?, ¿estar formado ambientalmente constituye una manera de pensar y de pensarse?, para ello debemos inquirimos el sentido de la formación ambiental como arte de vivir. 
La educación ambiental pretende religar el ser en sus distintas dimensiones, desde nuestro punto de vista, ello implica recuperar en un solo sistema: su hacer, su saber, su
sentir, su crecer, su estar y su soñar, encontrar otras formas de pensar y pensarnos en nuestro mundo (Razo, 1989). En este sentido Enrique Leff habla del “saber ambiental” como un saber que restablece las vinculaciones. Una fuente posible de saber ambiental es el arte, la estética como manera de ver y conocer la realidad. 
Refundar la cultura desde la educación ambiental significa repensar la educación: 
  • En su carácter simbólico, como expresión de cultura y situaciones ambientales y como manifestación de la sensibilidad y compromiso humanos, como una manera de trascender las fronteras de la racionalidad instrumentalista. 
  • Las relaciones entre imaginación y creación para pensar lo no pensado e instaurar nuevas ideas, visiones, percepciones y significados simbólicos sobre formas de vida y generar registros sobre lo ideal y lo deseado. 
  • Las posibilidades de ir hacia una racionalidad ambiental, como trazos de un camino de transformación social. Innovar sociedades y convertirnos, no es sólo un proceso racional sino un proceso emocional. 
  • Desarrollar la capacidad de emocionarse y comprometerse con la vida, como base de una nueva ética. 
  • Abrir la posibilidad de que todos seamos partícipes de la vida como arte, de la posibilidad de crear, abrir una gama infinita de posibilidades en diversos grupos de la población, ampliar así sus opciones imaginativas y fortalecer el espíritu humano. 
  • Fundar la política y filosofía de la diferencia para responder, ¿cuál es la relación del ser humano consigo mismo?, ¿cuál su relación con los otros y lo otro? (Razo, 1990). Son preguntas que han estado ausentes de la filosofía de la modernidad.
Por eso cabe preguntar desde la educación ambiental: ¿En qué consiste la nueva sensibilidad deseable de la filosofía? ¿Cabe limitarse a una mejor comprensión de la realidad?; Liberar el pensamiento de la tradición filosófica, siguiendo los objetivos de la Carta de Belgrado y generar los compromisos éticos, políticos y estéticos para pensar una nueva forma de cultura, una comunidad basada en la racionalidad ambiental, que involucre generar nuevas formas de comunicación y convivencia que no asfixien a la persona con sus singularidades en el espacio de lo idéntico y aislado. En otras palabras es tarea de la educación ambiental generar los compromisos de una sociedad que habrá de ser crítica de lo existente y creativa con el porvenir. 
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Tomado del Boletín del CENEAM: http://www.magrama.gob.es/es/ceneam/articulos-de-opinion/2014-6-Romero_Cuevas_tcm7-330204.pdf