Los puntos fuertes y débiles de los procesos de participación ambiental entendidos como procesos de aprendizaje
Díaz, MJ, Piñeiro, C., Palavecino, M., García, D., Jiménez, A., Martín, R. y Benayas, J. (foto)
La incorporación de la ciudadanía a los procesos de decisión y gestión es un objetivo pendiente de las administraciones públicas que requiere voluntad, tiempo y experiencias concretas que generen procesos de capacitación de la población. La cultura de participación exige esfuerzo y entrenamiento, tanto a la ciudadanía y a las organizaciones como a las administraciones, que habrán de acostumbrarse a compartir su espacio de acción. Por otro lado, existen diferentes formas y grados de participación, que oscilan desde fórmulas de participación superficial y pasiva -como la mera exposición a información pública de los proyectos o la consulta, a través de encuestas o sondeos, de las demandas sociales- hasta propuestas de participación profunda y activa, orientadas a la toma de decisiones y el control ciudadano de la gestión pública (MMA, 1999).
El trabajo que se presenta a continuación forma parte de una investigación más amplia que ha tenido como fin analizar los procesos de participación como herramientas de construcción de políticas públicas (Díaz, 2009) utilizando como caso de estudio las Estrategias de Educación Ambiental regionales en España (EEA). En concreto este documento expone los resultados de una parte de dicha investigación y se centra en abordar dos objetivos:
- Conocer la valoración de un grupo de expertos sobre si los procesos de participación son considerados procesos de aprendizajes.
- Identificar elementos que potencian o disminuyen la mejora de capacidades de los agentes implicados en dichos procesos.
Dicha investigación se fundamenta en el modelo de aprendizaje colaborativo, que analiza la participación como herramienta a través de la cual los agentes implicados desarrollan aprendizajes.
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... cabe destacar entre los aspectos más positivos la introducción gradual de nuevas formas de gestión pública que ha supuesto una revolución dentro y fuera de la Administración ya que también se han
redefinido las relaciones entre administración y ciudadanía sobre todo en los ámbitos locales y regionales (Walliser, 2002). Además, se ha impregnado la metodología y los modos de hacer de muchas personas en entidades públicas y privadas, en asociaciones y ayuntamientos… Y éstos, a su vez, lo han transferido a sus compañeros de trabajo, a los destinatarios de los cursos, a los gestores con los que han tenido que reunirse, a compañeros de otros lugares… (García, 2007). Por tanto, la participación se está convirtiendo en una herramienta común para la implicación de la ciudadanía en la gestión pública y su acercamiento a la esfera política, reivindicando un derecho que en los últimos años se había delegado a otros agentes o simplemente se había dejado de ejercer.
Es importante destacar que entre los múltiples aspectos negativos que han podido obstaculizar el adecuado desarrollo e implementación de las EEAs destaca especialmente la falta de continuidad y de liderazgo firme por parte de la institución pública que promueve cada proceso. Todo debería empezar con una propuesta clara por parte de dicha Administración en la que se debería dejar claro qué se ofrece y qué se demanda a la ciudadanía (Rebollo, 2002).
Este apoyo debe ser realizado tanto por los políticos (García, 2007b; Liphart, 2000), cuya ideología de nuevo se demuestra que no tiene influencia alguna con el adecuado uso de la participación ambiental (Dion, 1984 en Blanc, 1998; Milbrath, 1986; Suárez, 1995) como por el cuerpo técnico de la Administración.
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