Hacemos un paréntesis para invitaros a leer:
EL FUTURO GLOBAL SE DECIDE EN MUCHAS
PEQUEÑAS COPENHAGUES.
Nuevo artículo del amigo Carmelo Marcén.
Cualquier observador de la realidad social se tiene que encontrar desorientado si quiere entender la respuesta mundial ante el calentamiento global. Seguramente, esperaba con cierta expectación la Cumbre de Copenhague, tras la larga travesía de la incertidumbre sobre el cambio climático que comenzó hace años y se escenificó en Kyoto en 1997. La cita de diciembre de 2009 se publicitó como la solución a todos los problemas; parecía un acto grandioso de reflexión colectiva, un escenario de participación para concertar iniciativas para salir del túnel. Quien escribe estas líneas se pone en lugar de dicho observador; consciente de que la maraña del cambio climático no se ha podido resolver de un plumazo, su grado de confusión aún se ha incrementado. Incluso cabría decir que se encuentra disgustado. Por eso, inseguro en la tarea que se propone, necesita resituar la problemática global para entender las respuestas. ¿Cómo? Organizando bien los registros; haciendo acopio de documentos que le ayuden a desentrañar con una cierta objetividad las razones por las cuales se ha detenido ese impulso colectivo para frenar el cambio climático, que compartía con muchas personas. Las líneas que siguen muestran su recorrido por distintos escenarios de la conducta social y las inferencias a las que se ha llegado. Como el mirón es atrevido, se aventura a proponer pequeñas actuaciones para frenar el cambio climático.
[...]Nadie nos puede negar que la situación actual demanda a voces una reflexión pausada. El observador cuidadoso sigue buscando motivos para que se haya llegado a tamaño desatino del calentamiento global, en su vertiente antrópica. En un ejercicio de cavilación seria, conviene que no puede ser por ignorancia con lo avanzada que está la tecnología y lo rápidas que fluyen las noticias por Internet, así como la cantidad de reuniones y congresos que se programan sobre estas temáticas. Aventura que la afección ambiental quizás haya sido originada por un despiste colectivo, piensa si acaso sigue existiendo la desidia en administrar lo colectivo que ha trastocado muchos proyectos e ilusiones. Esas faltas (desidia, dejadez e inacción administrativa) son malas señales para asegurar un futuro más o menos proporcionado para todos. Recomienda que para superarlas habrá que empezar por eliminar, lo mismo en ámbitos ciudadanos que en instancias más altas que confunden tiempo y clima -como algún líder político-, el inacabable debate sobre si existe o no el calentamiento global.
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Para resolver estas disfunciones habría que organizar pequeñas reuniones familiares para concertar un mejor uso del transporte colectivo, para disminuir el consumo de lo superfluo, para regular la calefacción y el uso de la iluminación, para convertirse de forma progresiva en hogares cada vez más verdes. Hay que leer los resultados de la Encuesta Hogares y Medio Ambiente 2008 del INE para entender cómo responden los ciudadanos a las nuevas tendencias de reducción de sus gastos energéticos. Si valoramos algunos de los resultados podemos extraer detalles relevantes que justifican la necesidad de esas cumbres a las que se alude en el título de este apartado. El hecho de que el 77% de los encuestados manifieste estar muy preocupado por el medio ambiente es muy positivo pero se debe contrastar con que solamente el 21% utilizan el transporte público, el 23% aceptarían pagar más por el uso de las energías alternativas, el 47% aceptarían restringir el uso del transporte privado o el 4% tienen en cuenta las emisiones de CO2 a la hora de adquirir un vehículo nuevo -lo habían adquirido el 8% de los hogares en el último año cuando ya las llamadas sobre el calentamiento global resonaban con fuerza-. Si se atiende a las razones por las que utilizan el transporte privado se observa que casi el 44% lo hacen por comodidad. Pero el hecho más llamativo es que son los individuos entre 25 y 44 años quienes más lo utilizan, cuando, al margen del tramo laboral al que pertenecen, deberían poseer una mayor conciencia ecológica pues la han vivido en la escuela y en la sociedad. Si además tenemos en cuenta que los 19 millones de vehículos que componen el parque -1,6 por hogar- y de que el tamaño de los coches -más contaminantes- crece con los ingresos el panorama de las mejoras económicas nos hace mirar con recelo la posible disminución en la emisión de gases. Sin embargo, los datos positivos de la encuesta de Percepciones y Actitudes hacia el calentamiento global de la Fundación BBVA mantiene signos positivos pues el 86% de los españoles cree que el cambio climático es antrópico, un 82% opina que hay que actuar de inmediato para resolver este problema reversible (70%).
Artículo completo en el Boletín del CENEAM: http://www.mma.es/portal/secciones/formacion_educacion/reflexiones/pdf/2010_03marcen.pdf