Mesa de Pedagogía Ambiental: Territorio-Identidad-Emancipación
Eloísa Tréllez: SIETE PASOS PARA LA DANZA DE LA PEDAGOGÍA AMBIENTAL.
Pasos 6 y 7.
PASO 6. EL BUEN HUMOR Y LA TERNURA
Durante muchos años, se ha mantenido una cierta tendencia en la educación ambiental relacionada con las “acusaciones” (que no es lo mismo que las denuncias). Con un permanente estado de zozobra, de temores y peligros que nos acechan.
Es decir, se ha tendido a poner en evidencia aspectos negativos y conductas nocivas relacionadas con el ambiente, que en sí misma es una tarea obvia y natural. Pero seguramente ha habido un exceso, hasta el punto en que mayoritariamente se centran los procesos educativos en los “problemas” y sus eventuales soluciones, y menos frecuentemente en las potencialidades y los buenos hábitos.
De este modo se ha ido constituyendo un enfoque de negativismo, de planteamientos relacionados con el NO: No cortes, no quemes, no contamines, no botes basura, no gastes mucha agua, no, no… Lo cual agota y finalmente, puede llegar a producir sentimientos de culpabilidad antes que acciones constructivas.
El humor es un elemento que requerimos poner en un lugar importante en nuestros procesos educativos. El origen latino de la palabra humor, lleva a la comprensión de algo líquido, que posteriormente los griegos llevaron al mundo de la medicina, con Hipócrates, y luego los romanos, con Galeno. Lo curioso de esta versión es que consideraron como Buen Humor, el balance adecuado entre cuatro tipos de humores o líquidos predominantes en el cuerpo: la sangre o bilis roja (los sanguíneos), la bilis amarilla, la bilis negra (de ahí vienen los melancólicos) y la flema (los flemáticos). Y era sinónimo de Buena Salud.
Es preciso construir procesos positivos, partiendo de un humor bueno, de un sentido equilibrado de la vida, abordando elementos creativos para la construcción de la esperanza, de la nueva utopía. Dejando de lado los negativismos, los catastrofismos. Asumiendo el humor y la risa como elementos de una vida sana y plena que nos conduce a tareas constructivas.
En todo ello, requerimos disfrutar y vibrar con y desde la ternura, en una complicidad sencilla y alegre. Como decía el filósofo y escritor Ralph Emerson:
“En el instante en que damos rienda suelta a nuestra ternura, la Tierra sufre una metamorfosis”.
Estamos a tiempo de re-orientar la vida, de transformar-nos, de re-encaminar nuestros pasos hacia un futuro diferente, sustentado en la ternura, excluyendo las miradas de dureza y de mal humor.
Y lo podemos hacer desde la visión del bien-estar, del estar bien con nosotros y nosotras mismas, del estar en paz y ser solidarios con la Naturaleza, de abordar los procesos conflictivos desde perspectivas sanas y convergentes, confiando y caminando en la formación de los nuevos caminos, con una sonrisa tierna, con buen humor y humor bueno.
PASO 7. LA ESCUCHA DEL AMOR
Respira profundamente y permanece en silencio,
mientras percibes el fluir de tu propia existencia como un río,
en el que tu alma nada libremente con alegría". (Vesta)
Debemos escuchar y escucharnos. Disfrutando y nutriéndonos mutuamente, en un proceso de amor a la Naturaleza y a los Seres Humanos en su conjunto.
¿Qué es el silencio? Es el lugar, es el espacio donde se abren las diversas posibilidades. El silencio le traza caminos y reinterpreta las palabras, enmarca la música y sitúa las sensaciones vibratorias desde el fondo de las energías existentes o por aparecer.
Hemos olvidado el placer del silencio, inmersos en cotidianidades bulliciosas, de ruidos sin fin, de sonidos estridentes que no nos permiten pensar ni encontrar la paz. Que nos impiden concentrarnos y gozar de los sonidos sencillos y armoniosos de la Naturaleza.
En el silencio está también la capacidad de la escucha. De escuchar-nos, con atención y respeto. La posibilidad de intentar comprender al otro y a la otra, desde una perspectiva de amor.
Es preciso mejorar la capacidad de comprensión de los saberes del Otro e iniciar diálogos que se conviertan paso a paso en la construcción colectiva de nuevos conocimientos, provenientes de la articulación entre nosotros, y entre las ciencias “clásicas” y los saberes tradicionales, los conocimientos locales y las percepciones grupales ligadas con las distintas culturas.
En la escucha está la base de una relación armoniosa entre los seres humanos, y también con la Naturaleza. A ella debemos escucharla y re-conocernos como parte del Todo. Necesitamos que la Naturaleza nos ayude a re-conectarnos con nuestro ser interior. Y en ese proceso, comprender a plenitud nuestro papel como seres sociales y naturales, para actuar en consecuencia.
El silencio y la escucha.
El pensamiento construido entre nosotros y la acción participativa.
El Universo engranado en un movimiento y actividad sin fin, en una danza cósmica.
El Universo, visto como una telaraña dinámica.
El movimiento y el ritmo de la Naturaleza, como parte de sus propiedades esenciales.
El conocimiento, como escucha poética de la Naturaleza.
La armonía entre ciencia, filosofía y arte.
La danza de la pedagogía ambiental y sus pasos creativos.
Y este Planeta cobijándonos, a la espera de que lo escuchemos y actuemos con Amor.
Deseo finalmente invitar a los ponentes que ayer en la Conferencia Central nos hablaron sobre “Política y Educación Ambiental, hacia la construcción de la sustentabilidad”, para que dancen con nosotras, que nos referimos a la pedagogía ambiental, articulando procesos filosóficos y políticos con la acción educativa y creadora. En una danza nueva, armoniosa y futurista, con los “siete pasos” y las miradas plenas de ternura. Recordando al gran poeta argentino y universal Roberto Juarroz, que en uno de sus Poemas Verticales, nos decía:
“Pensar entre dos, como si hacer el pensamiento fuera igual que hacer el amor”
¡Construyamos juntos la nueva utopía, en un abrazo solidario de sentimientos y acción!
Mil gracias a Eloísa.
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