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miércoles, 15 de octubre de 2014

Globalización y desigualdad (Blog Action Day 2014 Intermon Oxfam)


La globalización económica se auto-atribuye éxitos como:
  • Ser un proceso descentralizado, cuando en realidad ha sido pensado y ejecutado por la tríada, como se cita más arriba; las decisiones se toman en círculos no representativos, no democráticos, y se hacen cumplir; y la mayor parte de las 30 millones de familias que tiene fortunas mayores al millón de dólares se concentran en los países de la tríada. Y desde estos países se controlan las del resto del mundo.
  • Ser un proceso uniforme, cuando en realidad, si bien es cierto que la inversión ha aumentado en los países en vías de desarrollo, los flujos financieros principales se han dirigido a unos pocos países, siendo el África subsahariana “agraciada” con el 55% de dichas inversiones. Los flujos financieros internacionales pueden ser créditos bancarios, inversiones extranjeras directas (compra o participación en empresas) o inversiones en valores. Antes de la 1ª Guerra Mundial primaba el origen privado de los flujos. Después, hasta los años noventa, la principal fuente era la crediticio (generador de la Deuda Externa). En los años a caballo entre los dos siglos, aumenta considerablemente de nuevo la inversión extranjera directa «al ritmo de las privatizaciones» (Le Monde Diplomatique, 2007). Sobre todo China, pero también Brasil y México, Turquía y Tailandia. En menor medida, Corea del Sur, Indonesia Argentina y Rusia. Las crisis bursátiles ahuyentaron a la inversión de algunos de esos países. En cualquier caso, a los países les resulta más ventajoso entrar en estas redes financieras que acceder al FMI, ya que «un acuerdo con este organismo suele resultar extremadamente oneroso: la política económica debe obedecer a un criterio fundamentalista cuyos efectos sobre la mayor parte de la población pueden ser muy negativos en términos de aumento de la pobreza» (Le Monde Diplomatique, 2007). China e India «han logrado desarrollo económico sin aplicar al pie de la letra las recomendaciones del FMI y del BM» (Le Monde Diplomatique, 2007).
  • Reducir las desigualdades mundiales, cuando en realidad, con las inversiones y ayudas económicas citadas, «la mitad de la población del planeta está condenada a mal vivir con menos de dos dólares cada día; de ellas, 1.200 millones tiene que hacerlo, en situación de pobreza extrema, con menos de un dólar diario» (C. Taibo, en Estévez y Taibo, 2008). Ochocientos millones de personas sufren de hambre y unas 50.000 mueren diariamente por esa causa. En los países más industrializados de Latinoamérica, por ejemplo, entre el 30% y el 40% de la población vive en la pobreza extrema. «Por cada 1% de caída de PIB por habitante, los programas de asistencia a los pobres se recortan en un 2%. Y cuando se retoma el crecimiento, la pobreza apenas se reduce» (Le Monde Diplomatique, 2007). Hasta hace unos años se calculaba que el 20% de la población humana de la Tierra consumía el 80% de los recursos naturales. Y, «según el informe anual del BM de 2004, el año pasado un 16% de la población mundial consumió el 77% de los bienes producidos por el planeta» (J. Ziegler, en Estévez y Taibo, 2008).

En 2003 el número de personas con fortunas superiores a los mil millones de dólares era de 76, al año siguiente de 582 y un año más tarde 691 (Le Monde Diplomatique, 2007). En la década de los ochenta, cuatro países bajaron de nivel en el IDH. En la década de los noventa, 21 países. (Le Monde Diplomatique, 2007). La transnacional Wal-Mart tiene un volumen de ventas superior al PIB de Turquía, Exxon Mobil mayor que el de Austria (J. Ziegler, en Estévez y Taibo, 2008), la General Motors que el de Finlandia o Carrefour que Hungría. (Le Monde Diplomatique, 2007).
  • Ser un proceso espontáneo cuando, en realidad, surge del Consenso de Washington, de unas líneas de actuación planificadas, muy concretas, que piden liberalizar y privatizar y que coartan la libertad de los estados. El empresariado transnacional planifica escrupulosamente cada movimiento y los ejecuta al milímetro. La OMC o, mejor dicho, quienes manejan la OMC logran consensos derivados del Gran Consenso (el de Washington).
  • Extensión del capitalismo y, por tanto, de la libertad, cuando en realidad, aunque distintos análisis económicos llegan a afirmar que el desarrollo económico produce desarrollos democráticos, la democracia no sirve, en sí misma, para generar desarrollo económico (de autores como Burkhart, Lewis-Beck y otros). Según el estudio anual de Freedom House1, de 2007, de una población mundial de 6.600 millones residentes en 193 estados reconocidos, se considera que viven en democracia un 46% (correspondiente a 90 estados), parcialmente en democracia el 18% (60 estados) y en no-democracia 36% (43 estados). Si bien es cierto que el capitalismo ha crecido y se ha extendido por todo el mundo, aunque con diferentes matices, como por ejemplo en China, esto no ha ido unido a un aumento de libertad.
La deslocalización (cese de toda o parte de una actividad empresarial para transferirla a otro país), es la siguiente palabra que va unida a globalización económica. Para los países en vías de desarrollo económico es una oportunidad y compiten por ofrecer mayores ventajas como mínimas o nulas protecciones sociales, derechos laborales, defensa ambiental…
Por otra parte, la puesta en marcha de estas líneas de actuación, el desarrollo de estos procesos conlleva derruir las bases de la democracia (si no el mejor sistema político –ya que precisa de muchas mejorassí, quizás, el que más se le parece) ya que los núcleos de decisión, de poder, están cada vez más alejados de los gobiernos elegidos democráticamente. Estos, si quieren formar parte visible del planeta, tienen que seguir los principios del Consenso y, como consecuencia, cada vez están más vacíos de poder, tienen menos capacidad de maniobra en el ámbito económico. «… la única democracia que tiende a fortalecerse es la del mercado» (Bermejo, 2001).
En definitiva, el globalismo o globalitarismo promete mejores precios, más empleo, mayor nivel de vida, democratización, potenciar la fuerzas de producción, disminución de la desigualdad… y, cuando su fantasma pasa, deja: el poder político en manos de las transnacionales, privatización de servicios básicos, reducción de gastos sociales (educación, sanidad, desempleo…), peores condiciones de trabajo (disminuyen las defensas sindicales), pérdida de culturas y homogenización, aparición de no-lugares (un espacio en el cual cualquiera que lo atraviesa no puede leer nada de su identidad), inmigración, pobreza…

Tomado de Gutiérrez Bastida, JM (2011) SUS TENERE Sostenibilidad vs. Mercado y Tecnología. Madrid: Bubok.

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