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sábado, 20 de marzo de 2010

6IberoEA: Arte y educación ambiental; prácticas sensibles.



Arte y Educación ambiental: prácticas sensibles.

Fernando Roberto Ríos
El camino recorrido desde el arte y la educación a través del arte, poco a poco fue abriendo campos del pensamiento que me llevaron a des-saber lo sabido, a repensar lo pensado, a-mirar- pensar- sufrir - vivir- gozar - interpretar LA REALIDAD – desde la MEMORIA – PRESENCIAS – AUSENCIAS - integrando todas las variables posibles, interactuando convencidamente como sujeto social y pedagógico en el intenso devenir  escolar, construyendo una práctica pedagógica que vaya orientándose sensiblemente hacia la Educación Ambiental.
Desde los bellos bordes que nos presenta pensar las diversas problemáticas ambientales tomar al “ARTE” como una herramienta para revisar los supuestos viables que desde cada uno de los espacios de trabajo los docentes diseñamos para acordar los saberes a transmitir al sujeto social en un marco ambiental. 
Desarrollar un espacio que potencie la dimensión semántica que posee el arte para entender la noble tarea del educador ambiental. Encender la chispa que permita “percibir” “las problemáticas ambientales” desde el próximo cotidiano – expresado a sí mismo – en la realidad única e individual de cada niñ@ que puebla nuestras escuelas y motiva e interpela nuestras prácticas docentes. Potenciar la visibilidad de un pensamiento integrador, crítico,
“complejo”, que cuestione formal e intensamente la funcionalidad de la educación con la depredación implementada por el modelo de producción imperante. Demandando un replanteo “Ético Ambiental” en consonancia con ese paradigma por nacer; replanteando el abordaje de “Las Ciencias de las tierra” y de “Las Ciencias Humanas” e integrando las percepciones con los saberes populares y académicos, construyendo nuevos y complejos conocimientos; tomando de “la Cultura y el Arte” su potencia creadora, expresiva y propulsora de sentido; analizando el devenir y los impactos de la “tecnología capitalista” en la salud de los ecosistemas y de quienes los poblamos; desembocando – finalmente – en la propuesta de abrir nuevos caminos sensibles a la vida desde la mirada amorosamente integradora de la educación ambiental. Desde allí reconsideramos nuestro rol docente en el intento de incorporar la alegría de luchar por el derecho a contribuir en la construcción de mundos mejores.
[...]

Es por todo esto que debemos propender a desarrollar una mirada holística del saber para pensar una visión compleja del ambiente que conlleve un reto a la reversibilidad y a la linealidad como constituyentes intrínsecos de la realidad; el carácter evolutivo y creativo de la realidad; el carácter constructivo y de la riqueza informativa de los sistemas complejos; para que se convierta en una necesidad de un nuevo bagaje conceptual teórico y metodológico; una interdisciplinariedad del nuevo objeto epistemológico; la tematización del tiempo como categoría fundamental de todos los niveles de la realidad; un universo participativo: un sujeto como espectador y actor; el fin de las certidumbres de la ciencia clásica; una ciencia abierta, posibilitadora de una ampliación de la racionalidad científica, con la superación de las dificultades de aprendizaje que dicha transición conlleva.
Para que de esta manera resemanticemos las palabras como meta tangible para rescatar conceptos que se convirtieron en estancos y arbitrarios, que motivaron las causas y los efectos de pensar y pensarse en un mundo desde el paradigma simplicista, que describieron a la Causalidad desde un lugar funcional, intencional, unidireccional, mecánico, absoluto, estático y predeterminado.

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