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martes, 13 de octubre de 2009

Eloísa Tréllez: SIETE PASOS PARA LA DANZA DE LA PEDAGOGÍA AMBIENTAL

Gurutzne, Eloisa Tréllez, Soraya y JoseManu en el VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental (Argentina, setiembre de 2009)

¡¡¡Noticias!!! Eloísa nos ha escrito y nos ha mandado su maravillosa ponencia.

También respecto a la refencia de la entrada anterior me corrige: " No soy peruana, vivo en Perú hace años, pero soy española (nacida en España) y colombiana por adopción, y feliz de vivir en Perú... No me molesta que se diga que soy peruana, ya que quiero mucho a este país, pero no es real..."

Con su permiso, aquí va, dosificada, poco a poco, sorbo a sorbo, para que podáis disfrutarla palabra a palabra, "paso a paso", "gota a gota".

SIETE PASOS PARA LA DANZA
DE LA PEDAGOGÍA AMBIENTAL
Por: Eloísa Tréllez Solís

La Pedagogía Ambiental como concepto puede llevarnos a multitud de aproximaciones. Sus expresiones son tan numerosas como lo han sido las experiencias educativas ambientales llevadas a cabo en los 34 años transcurridos desde la muy conocida reunión mundial en Belgrado de 1975, donde se aprobaron los principios, metas y objetivos de la Educación Ambiental, los cuales fueron complementados y fortalecidos en la reunión de Tbilisi de 1977.
En estas tres décadas y algo más, la diversidad de los enfoques, de las acciones y de las metodologías aplicadas ha sido realmente interesante. En particular, Iberoamérica ha mostrado una singular creatividad, que se expresa en una danza, que responde, como lo diría el extraordinario músico y compositor venezolano Simón Díaz, a la música expresada en la geografía, los paisajes y las culturas de esta región del mundo.
Así como tenemos los joropos del llano, que manifiestan la inmensidad de sus horizontes, contamos con las singularidades de altura de los huaynos andinos, con los rítmicos taquiraris de las selvas, con la dulzura de los valses que recorren los andes y las costas, con las cuecas y los tangos moviendo los sentidos y los sentimientos, la samba aportando su vital energía, así como el flamenco o las gaitas ibéricas y los fados llenos de dulce nostalgia.
Con esa misma diversidad, la educación ambiental iberoamericana conforma una coreografía hermosa y vibrante, a la cual pueden insertarse algunos pasitos de danza, para sumarlos a sus ritmos y cadencias.
Son siete los pasos de danza que quiero proponer para fusionarlos con el movimiento que llevamos en estos tiempos, con las maneras y miradas de cada uno de los grupos humanos que caminamos juntos en estas tareas de vida. Siete pasos que forman parte de la genial y múltiple coreografía de nuestros tiempos educativos…
Estos siete pasos de danza tienen nombres diversos y expresan sentidos, ritmos y sentires.
Son ellos: el colibrí, el tiempo, el retorno del desgajamiento, la ayuda mutua, la e-moción, el buen humor y la ternura, y la escucha del amor.

PASO 1. EL COLIBRÍ

Los colibríes
baten las alas 75 veces por segundo,
su cuerpo parece estar suspendido en el vacío,
revolotean y vuelan hacia atrás, hacia delante,
con la cabeza hacia abajo, hacia arriba, o en picado.
Su vibración produce un sonido tipo susurro.
Su forma de aleteo configura un ∞.

Abordar el tema de la pedagogía ambiental incita a pensar en nuestro rol como educadores y educadoras ambientales en esta maravillosa Iberoamérica, en nuestras “pretensiones” de acompañar procesos y de abrir las puertas hacia una mirada positiva y constructiva que aporte elementos, así sean diminutos, que contribuyan “ en algo” a la creación de un mundo mejor.
Pero, ¿cuál es ese aporte? De qué dimensiones estamos hablando cuando realizamos, una y otra vez, acercamientos verbales o acciones específicas que consideramos pueden ser formas de contribución a esa meta. ¿Cuál es nuestra opción real, nuestros tiempos y vivencias, nuestras ilusiones y caídas, nuestros avances y retrocesos?
Sin duda, es el colibrí quien nos da su ejemplo, a partir del conocido cuento popular:
“Había una vez un pequeño colibrí que vivía en un bosque. Un día se desató un incendio, no sabemos si fortuito o por manos desalmadas. Los animales del bosque salieron corriendo, asustados ante el peligro inminente. En su huida vieron a un colibrí que en lugar de salir, retornaba al bosque con una gota de agua en el pico. Hubo una risa general: ¿Acaso crees que con una gota podrás apagar el incendio?. – Yo… hago lo que puedo, contestó el colibrí.”
El colibrí tiene mucho que enseñarnos. Su vuelo semeja el infinito, sabe volar hacia adelante y retroceder si es necesario, adecuarse a los tiempos y a los vientos, se sabe liviano y libre, y por ello no carga con pesares ni cadenas, le resultan claros y sencillos sus aportes, con una gota o con el polen que traslada de forma amorosa y desprendida. Es multicolor y sensitivo, disfruta los momentos y nos susurra sus mensajes imperceptibles, diminutos y profundos.
Gandhi señalaba:
“Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga”.
El abordaje hermoso e intenso de la vida y de nuestra misión, vista como una gota que conforma la infinitud en los niveles galácticos o microscópicos.


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