El artículo revisa la relación entre las actitudes ambientales y los conocimientos teniendo en cuenta los avances en la investigación y los marcos teóricos más influyentes. Se muestran hallazgos sobre progresión, fracturas y disrupciones en el desarrollo de actitudes y conocimientos proambientales.
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Hay pruebas de una progresiva toma de conciencia ecológica en la investigación educativa de las últimas décadas. Los ecobarómetros y los estudios demoscópicos también aportan testimonios rotundos que ofrecen radiografías periódicas de esta tendencia, tomando el pulso al cambio de concepciones, actitudes, creencias y percepciones sobre la interacción con el medio ambiente. Entre las sorpresas más relevantes que arrojan los estudios recientes destaca
la poca coherencia que existe entre esta progresiva toma de conciencia ambiental y los hábitos cotidianos y conductas ciudadanas que acompañan a los cambios sociales. Esta constatación plantea un reto importante a los programas de educación ambiental, a las secuencias de trabajo pedagógico y a la promoción de conexiones entre las actitudes y los conocimientos. Aportaciones significativas de la investigación
Hay una necesidad urgente de incrementar las pruebas empíricas en relación con el cambio de actitudes y comportamientos ambientales. A la par, surgen demandas de transferencia de resultados de investigación que constaten cómo esos datos contribuyen a alentar a las personas a apreciar y disfrutar el mundo que nos rodea, dotándonos de conocimientos y habilidades que animen a adoptar compromisos efectivos. Saber qué dice la investigación acerca de nuestros comportamientos, conductas, reacciones, acciones y respuestas frente a la crisis ecológica y sus problemáticas, entender qué nos mueve, por qué actuamos o nos inhibimos, ha de contribuir a promover mejores programas educativos y optimizar esfuerzos y recursos. El cambio de comportamientos ambientales implica considerar aspectos determinantes como las actitudes, las motivaciones e incentivos, las creencias, las re - presentaciones sociales, los valores, las normas culturales y los dilemas ambientales que suscitan controversia y provocan cambios identitarios en las sociedades globalizadas.
En la revisión integradora del tema que nos ofrecen Heimlich, Mony y Yocco (2013), se destaca que el comportamiento proambiental no es lineal, ni cambia espontáneamente. Los conocimientos no garantizan un comportamiento adecuado ni coherente, ni cambian hábitos ni rutinas (Pol y Castrechini, 2013). Los modelos de nueva generación van más allá de las teorías sobre acción razonada para explicar mejor la interacción entre estos conceptos. Consideran determinante el grado de control que una persona cree tener sobre sus propias acciones (modelo de conducta planeada o percibida), un factor importante en trabajos sobre reciclado de cartón y vidrio o sobre desplazamientos en bicicleta frente a vehículos de motor (cuadro 1).
Hay tres grupos de factores que permiten identificar las diversas influencias que condicionan la conducta proambiental en el análisis estructural de obstáculos y dificultades que entraña cada situación singular:
- El coste-beneficio o la implicación económica, junto al coste conductual, en términos de esfuerzo físico, exigencia personal o requerimiento espacial y temporal que conlleva cualquier acción de ahorro o reciclaje.
- Las influencias motivacionales, afectivas y emocionales, el reconocimiento social y las experiencias de vida significativas, y el papel de los hábitos, las preocupaciones morales y normativas.
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Es evidente que hemos avanzado mucho en la dosificación y progresión de conocimientos
en el ámbito educativo, pero nos falta bastante camino por recorrer en el trabajo sistemático con las actitudes y valores en las diferentes tipologías y modalidades de programas de educación ambiental que ofrece la sociedad de nuestro tiempo en los ámbitos de la educación formal y no formal. Es manifiesta la escasez de programas integrales que coordinen actuaciones orientadas a desarrollar propuestas estables en el campo actitudinal. El establecimiento de niveles de progresión en los programas educativos requiere el reconocimiento de actitudes generales de respeto al medio y secuencias de trabajo progresivo que permitan una relación más estrecha entre actitud, conocimiento y conducta en contextos y situaciones significativas para el alumnado.
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Tomado de: Gutiérrez Pérez, J., Poza, F. y Gutiérrez Pozo (2015) Progresión-disrupción en el desarrollo de actitudes ambientales. Alambique Didáctica de las Ciencias Experimentales, 79, pp. 45-52, enero.
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