Del 10 al 12 de noviembre se celebró en Nagoya, Japón, la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Educación para el Desarrollo Sustentable. El evento constituyó el cierre del Decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable (2005-2014). Fue un evento extraño porque era por invitación. Según los datos que ofrecieron durante la clausura asistieron 1005 delegados, de 148 países y 74 ministros y viceministros de educación. Yo pude asistir a guisa de especialista en el tema por invitación de la Unesco.
Lo cierto es que los datos no concuerdan, cuando menos a nivel de representaciones oficiales. Durante el acto inaugural y aprovechando que estábamos en la primera fila del segundo piso y dominábamos la escena, Javier Benayas, un colega español sentado a mi lado se puso a contar los espacios ocupados destinados a las delegaciones oficiales. Había sólo 49 países asistentes de 75 anunciados, de los cuales 20 eran africanos, 11 asiáticos, 9 europeos, 5 de oriente medio, 2 de América Latina (Cuba y Costa Rica) y dos estados insulares del Caribe y del Pacífico. México estaba presente pero como la representante no era del sector educativo, sino de relaciones exteriores, no ocupó el lugar del delegado correspondiente. En suma, hubo un gran desdén de parte de muchos países importantes.
Durante la inauguración se anunció la creación del Premio Unesco-Japón de educación para el desarrollo sustentable, así como que las resoluciones de esta conferencia se llevarían al Foro Mundial de Educación a celebrarse del 19 al 22 de mayo en 2015, en Incheón, Korea.
Como siempre, la conferencia fue un recuento de “los grandes esfuerzos realizados y los logros obtenidos” durante el decenio. La Sra. Irina Bokova, directora general de la Unesco, mencionó dos veces que se trataba de “conclusiones elocuentes” por los cambios que se habían dado a nivel de concienciación y en los sistemas educativos. Hablando con algunos colegas que participaron en la elaboración del informe general, me mencionaron que los términos del informe original habían sido maquillados, para dar énfasis a los logros de pequeños países eliminando buenos avances producidos, por ejemplo, en Suecia, Alemania Holanda y Canadá.
El decenio se había propuesto posicionar el concepto de educación para el desarrollo sustentable en los sistemas educativos, pensándolo como una articulación de una serie de diez temas educativos, entre los que se encontraban los derechos humanos, la salud, el medio ambiente, el desarrollo regional y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros. Con ello se pretendía consumar el intento de sustituir a la educación ambiental por la educación para el desarrollo sustentable, con la idea de darle un enfoque más social, económico y político.
La integración de la propia conferencia fue reveladora de ese precario resultado. En la misma participó por video conferencia Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, pero no estaban, ni participaron por vía alguna, representantes del PNUD, la FAO, o la OMS, por ejemplo, como era de esperarse si el decenio los hubiese interpelado. Sólo el PNUMA aparte de la propia Unesco se hizo presente en los talleres, lo que evidencia que la política de educación para el desarrollo sustentable ha seguido ceñida a los temas del medio ambiente. Situación que podemos constatar también en lo que respecta a las funciones del gobierno federal en nuestro país.
Las participaciones de los ministros y viceministros de educación se enfocaban en mencionar lo que se había logrado, los factores de éxito, las sinergias institucionales. Todos con grandes números en relación con maestros capacitados, alumnos atendidos, centros creados. Grecia por ejemplo, haciendo referencia a la Conferencia de Tesalónica de 1997; Turquía mencionando el problema del millón y medio de refugiados sirios que hay en su territorio; Canadá señalando que si bien la educación es competencia de las provincias y territorios, la educación para el desarrollo sustentable es una de las ocho áreas prioritarias para hacer énfasis en lo local; Arabia Saudita hablando de la formación de recursos humanos para transitar hacia la sociedad del conocimiento; Chipre solicitando mecanismos de financiamiento; Antigua sobre la colaboración con pequeños estados insulares vulnerables; Malawi enfatizando la formación de docentes para un nuevo plan de estudios; China sobre el fomento de intercambios internacionales para cerrar la brecha; Suecia mencionando el compromiso político y que si todo el mundo viviera como los suecos se necesitarían tres planetas. Es decir, cada uno con su tema.
Algo de llamar la atención a los mexicanos fue la participación del líder del SNTE Juan Díaz de la Torre, anunciado como catedrático, que asistió con un séquito de al menos seis personas. Habló de cómo tienen que cambiar los maestros. Que el problema no está en las aulas porque los maestros tienen disposición de acabar con el analfabetismo. Bernardo, el representante de los jóvenes que estaba en el mismo panel, le respondió que los maestros no están preparados para el cambio y que esto es ocasionado porque a los maestros se les enseña que no pueden cambiar al mundo. Díaz de la Torres replica que hay cambios pero no de la dimensión que se necesitan. Se leen menos libros y el rol que desempeña el docente en el proceso educativo es cada vez más incierto. Pero que hay que ser optimistas, porque si el cambio no se hace desde el sector educativo no se va a hacer desde ningún otro lado.
Algunas buenas actividades fueron las conducidas por La Carta de la Tierra o los talleres de Asociación Global de Universidades por el Medio ambiente y la Sustentabilidad (Gupes, por sus siglas en inglés) que promueve el PNUMA. Lo que más me llamó la atención fue la hospitalidad y la cortesía japonesa. No sólo de los patrocinadores y organizadores del evento, sino incluso de la gente en la calle, en el metro, que respondían solícitos a cualquier consulta, aunque no supieran Inglés. No he visto esto en ninguna otra parte del mundo.
Durante la conferencia nadie habló de decrecimiento, cuando se solicitaron ideas de cómo impulsar la educación para el desarrollo sustentable. Todos mencionaron las ideas trilladas de siempre: reciclar, aprovechar residuos, ahorrar energía, etc. Esto es, acciones individuales, aisladas, granitos de arena, cuando se requiere emprender desafíos colosales para cambiar la trayectoria de colisión que llevamos como civilización.
El hecho de que la mayoría de los países asistentes fueran países en desarrollo imprimió a la conferencia un sentido de “soluciones para pobres”, que insistían en la promesa del desarrollo para satisfacer sus aspiraciones de paz, justicia, bienestar. No estuvo presente ahí la discusión sobre la opulencia, el derroche, la desigualdad. Incluso en el taller sobre cambio climático en el que me habían pedido elaborar la relatoría, ante la emergencia que se vive por este complejo fenómeno, las estrategias recomendadas fueron un poco más de lo mismo. Pudimos filtrar algunas sugerencias de ir más allá de la alfabetización científica y denunciar la equivocación de desacoplar la educación del cambio climático de otras problemáticas ambientales y sociales, pero no se pudo hacer mucho más y a ver si no lo censuran en la edición final.
En fin, veremos que nos trae el nuevo Programa de Acción Global que pretende proponer a los gobiernos metas concretas y plazos perentorios. No sé si es por mi estado de ánimo por todo lo que está pasando y lo que no está pasando en el país, pero la verdad es que no hay que esperar mucho.
* Coordinador la Cátedra Unesco-UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”
http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx
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Lo cierto es que los datos no concuerdan, cuando menos a nivel de representaciones oficiales. Durante el acto inaugural y aprovechando que estábamos en la primera fila del segundo piso y dominábamos la escena, Javier Benayas, un colega español sentado a mi lado se puso a contar los espacios ocupados destinados a las delegaciones oficiales. Había sólo 49 países asistentes de 75 anunciados, de los cuales 20 eran africanos, 11 asiáticos, 9 europeos, 5 de oriente medio, 2 de América Latina (Cuba y Costa Rica) y dos estados insulares del Caribe y del Pacífico. México estaba presente pero como la representante no era del sector educativo, sino de relaciones exteriores, no ocupó el lugar del delegado correspondiente. En suma, hubo un gran desdén de parte de muchos países importantes.
Durante la inauguración se anunció la creación del Premio Unesco-Japón de educación para el desarrollo sustentable, así como que las resoluciones de esta conferencia se llevarían al Foro Mundial de Educación a celebrarse del 19 al 22 de mayo en 2015, en Incheón, Korea.
Como siempre, la conferencia fue un recuento de “los grandes esfuerzos realizados y los logros obtenidos” durante el decenio. La Sra. Irina Bokova, directora general de la Unesco, mencionó dos veces que se trataba de “conclusiones elocuentes” por los cambios que se habían dado a nivel de concienciación y en los sistemas educativos. Hablando con algunos colegas que participaron en la elaboración del informe general, me mencionaron que los términos del informe original habían sido maquillados, para dar énfasis a los logros de pequeños países eliminando buenos avances producidos, por ejemplo, en Suecia, Alemania Holanda y Canadá.
El decenio se había propuesto posicionar el concepto de educación para el desarrollo sustentable en los sistemas educativos, pensándolo como una articulación de una serie de diez temas educativos, entre los que se encontraban los derechos humanos, la salud, el medio ambiente, el desarrollo regional y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros. Con ello se pretendía consumar el intento de sustituir a la educación ambiental por la educación para el desarrollo sustentable, con la idea de darle un enfoque más social, económico y político.
La integración de la propia conferencia fue reveladora de ese precario resultado. En la misma participó por video conferencia Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, pero no estaban, ni participaron por vía alguna, representantes del PNUD, la FAO, o la OMS, por ejemplo, como era de esperarse si el decenio los hubiese interpelado. Sólo el PNUMA aparte de la propia Unesco se hizo presente en los talleres, lo que evidencia que la política de educación para el desarrollo sustentable ha seguido ceñida a los temas del medio ambiente. Situación que podemos constatar también en lo que respecta a las funciones del gobierno federal en nuestro país.
Las participaciones de los ministros y viceministros de educación se enfocaban en mencionar lo que se había logrado, los factores de éxito, las sinergias institucionales. Todos con grandes números en relación con maestros capacitados, alumnos atendidos, centros creados. Grecia por ejemplo, haciendo referencia a la Conferencia de Tesalónica de 1997; Turquía mencionando el problema del millón y medio de refugiados sirios que hay en su territorio; Canadá señalando que si bien la educación es competencia de las provincias y territorios, la educación para el desarrollo sustentable es una de las ocho áreas prioritarias para hacer énfasis en lo local; Arabia Saudita hablando de la formación de recursos humanos para transitar hacia la sociedad del conocimiento; Chipre solicitando mecanismos de financiamiento; Antigua sobre la colaboración con pequeños estados insulares vulnerables; Malawi enfatizando la formación de docentes para un nuevo plan de estudios; China sobre el fomento de intercambios internacionales para cerrar la brecha; Suecia mencionando el compromiso político y que si todo el mundo viviera como los suecos se necesitarían tres planetas. Es decir, cada uno con su tema.
Algo de llamar la atención a los mexicanos fue la participación del líder del SNTE Juan Díaz de la Torre, anunciado como catedrático, que asistió con un séquito de al menos seis personas. Habló de cómo tienen que cambiar los maestros. Que el problema no está en las aulas porque los maestros tienen disposición de acabar con el analfabetismo. Bernardo, el representante de los jóvenes que estaba en el mismo panel, le respondió que los maestros no están preparados para el cambio y que esto es ocasionado porque a los maestros se les enseña que no pueden cambiar al mundo. Díaz de la Torres replica que hay cambios pero no de la dimensión que se necesitan. Se leen menos libros y el rol que desempeña el docente en el proceso educativo es cada vez más incierto. Pero que hay que ser optimistas, porque si el cambio no se hace desde el sector educativo no se va a hacer desde ningún otro lado.
Algunas buenas actividades fueron las conducidas por La Carta de la Tierra o los talleres de Asociación Global de Universidades por el Medio ambiente y la Sustentabilidad (Gupes, por sus siglas en inglés) que promueve el PNUMA. Lo que más me llamó la atención fue la hospitalidad y la cortesía japonesa. No sólo de los patrocinadores y organizadores del evento, sino incluso de la gente en la calle, en el metro, que respondían solícitos a cualquier consulta, aunque no supieran Inglés. No he visto esto en ninguna otra parte del mundo.
Durante la conferencia nadie habló de decrecimiento, cuando se solicitaron ideas de cómo impulsar la educación para el desarrollo sustentable. Todos mencionaron las ideas trilladas de siempre: reciclar, aprovechar residuos, ahorrar energía, etc. Esto es, acciones individuales, aisladas, granitos de arena, cuando se requiere emprender desafíos colosales para cambiar la trayectoria de colisión que llevamos como civilización.
El hecho de que la mayoría de los países asistentes fueran países en desarrollo imprimió a la conferencia un sentido de “soluciones para pobres”, que insistían en la promesa del desarrollo para satisfacer sus aspiraciones de paz, justicia, bienestar. No estuvo presente ahí la discusión sobre la opulencia, el derroche, la desigualdad. Incluso en el taller sobre cambio climático en el que me habían pedido elaborar la relatoría, ante la emergencia que se vive por este complejo fenómeno, las estrategias recomendadas fueron un poco más de lo mismo. Pudimos filtrar algunas sugerencias de ir más allá de la alfabetización científica y denunciar la equivocación de desacoplar la educación del cambio climático de otras problemáticas ambientales y sociales, pero no se pudo hacer mucho más y a ver si no lo censuran en la edición final.
En fin, veremos que nos trae el nuevo Programa de Acción Global que pretende proponer a los gobiernos metas concretas y plazos perentorios. No sé si es por mi estado de ánimo por todo lo que está pasando y lo que no está pasando en el país, pero la verdad es que no hay que esperar mucho.
* Coordinador la Cátedra Unesco-UV “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”
http://edgargonzalezgaudiano.blogspot.mx
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