Artículo aparecido en El Correo: http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201405/15/muertes-chico-mendes-20140514162906.html
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El mediático asesinato del activista brasileño hace 25 años no sirvió para frenar el asedio a los ecologistas: solo en la última década han caído otros 908 por defender el planeta
Era diciembre de 1990. Un terrateniente y su hijo eran condenados a 19 años por el asesinato del recolector de caucho, líder sindical y ecologista brasileño Chico Mendes, un trágico suceso del que se acaban de cumplir 25 años. Pese a lo pacífico de su lucha contra las empresas madereras que deforestaban el Amazonas, los dos hacendados decidieron meterle un balazo en el pecho, de noche y en su propia casa. Poco antes de su asesinato, Mendes pronunciaba estas palabras durante un discurso: "No quiero flores en mi tumba porque sé que irán a arrancarlas a la selva. Sólo quiero que mi muerte sirva para acabar con la impunidad de los matones que cuentan con la protección de la policía de Acre y que desde 1975 han matado en la zona rural a más de 50 personas como yo, líderes seringueiros (recolectores de caucho) empeñados en salvar la selva amazónica y en demostrar que el progreso sin destrucción es posible".
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1. Mendes, ante la sede de su sindicato.
2. Dorothy Stang.
3. Gonzalo Alonso Hernández.
Se dijo entonces que aquella sentencia a los culpables suponía un precedente histórico para Brasil. Puede ser, pero desde luego no ha conllevado en absoluto un freno a este tipo de atentados contra activistas del medio ambiente. En 2005, el entonces presidente Luis Inacio Lula da Silva se vio obligado a desplegar 2.000 soldados en el área brasileña del denominado ‘pulmón del planeta’ para poner orden en esa jungla sin ley: acababan de asesinar a cuatro ecologistas y defensores de los 'sin tierra', entre ellos, otro icono de esta lucha, la religiosa estadounidense nacionalizada brasileña Dorothy Stang. Se dejó la vida ayudando a las familias campesinas contra los intereses de terratenientes y hacendados en el Amazonas. Las amenazas de muerte eran constantes, pero no podían con ella. Esto es lo que llevaba escrito en su camiseta: "La muerte del bosque es el fin de nuestra vida". Una mañana caminaba a una reunión con varios trabajadores cuando dos hombres le metieron seis balazos en el cuerpo. Un cadáver más junto a los de casi 800 campesinos caídos por este motivo en las últimas tres dácadas solo en el estado de Pará. Todos ellos impunes, excepto el de la monja; cinco años más tarde sentenciaban a 30 años de cárcel al hacendado que ordenó su asesinato. Tampoco este sonado crimen contribuyó a que se pusieran todos los medios necesarios para detener una masacre avalada por los datos.
Coincidiendo con el aniversario de la muerte de Mendes, el grupo Global Witness (ong que lucha, según su definición, por "cambiar el sistema exponiendo los intereses económicos que se esconden tras los conflictos, la corrupción y la destrucción medioambiental") acaba de hacer público un informe titulado ‘Ambiente mortal’ en el que, entre 2002 y 2013, contabilizaron en 35 países 908 asesinatos de ecologistas y defensores del derecho a la tierra para los más desfavorecidos. Más del 80% de estos atentados tuvieron lugar en América Latina y en Brasil, siendo este país el peor para los abanderados de esta lucha: a él corresponden 448 de estas muertes. Le siguen Honduras (109) y Filipinas (67). La ong señala que el año 2012 fue el más sangriento de todos los registrados en el informe, con 147 fallecimientos, cerca del triple que en 2002. Tampoco es que la Justicia esté haciendo bien su trabajo, ya que detrás de todas estas muertes solo hay diez culpables entre rejas. "Estos datos demuestran que nunca había sido tan importante proteger el medioambiente como ahora, y que nunca había sido más arriesgado", dice Oliver Courtney, portavoz de Global Witness.
1. Jairo Mora.
2. Kimberly Blackwell.
Chico Mendes inspiró a muchos otros, y algunos de ellos, bastantes, demasiados, también acabaron como él. Gente valiosa, preciosa, héroes como Gonzalo Alonso Hernández, biólogo español de 49 años que el pasado agosto fue asesinado en su casa, al parecer después de sufrir algún tipo de tortura, y arrojado después a una cascada en el Parque Cunhambebe, en el estado de Río de Janeiro. Allí vivía junto a su esposa desde hacía una década, dedicado a defender esa tierra de furtivos y pirómanos con intereses ganaderos, a los que llegaba a hacer una especie de seguimiento policial, fotografiándoles en pleno delito. Su familia denunció en febrero que la investigación está "paralizada".
También cayó por la causa el joven costarricense Jairo Mora, en su empeño por defender los huevos de las tortugas laúd en el Caribe de su país. Su cuerpo apareció tendido en la misma playa donde acostumbraba a combatir a los saqueadores, desnudo y con un tiro en la cabeza. Así hablaba él tres semanas antes de ser asesinado: "Sí da miedo, pero en la playa todo el mundo me conoce y sabe que me llamo Jairo".
En ese mismo país, en su casa en Osa, fue tiroteada en 2011 la conservacionista canadiense de 53 años Kimberly Blackwell, casi con toda seguridad por sus continuos enfrentamientos con los furtivos en aquella reserva de la naturaleza. Dedicaba parte de su tiempo a la fabricación de chocolate casero y amaba a los animales.
Y así, hasta casi mil historias más... solo en la última década. Mendes, además de a otras personas, inspiró canciones, como 'Cuando los ángeles lloran', del grupo Maná. Paul McCartney escribió pensando en él 'How Many People'. Y Raúl Juliá hizo de él en un documental. Algunos no entienden la lucha ecologista, emplear tiempo, esfuerzo y dinero en salvar ballenas o bosques cuando hay niños muriendo de hambre y en guerras. Por supuesto. Pero Mendes lo explicaba así: "Al principio pensaba que estaba luchando para salvar los árboles de caucho. Luego pensé que lo hacía para salvar la selva amazónica. Ahora me doy cuenta de que estoy luchando por la humanidad". Éste es el vídeo con la canción de Maná mezclado con imágenes de la película protagonizada por Raúl Juliá.
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