En el blog Gente y Hogares Sostenibles (http://genteyhogaressostenibles.info/post/60351373050/ensenando-a-cuidar-de-la-tierra) hacen una referencia a De rerum natura: Hitos para otra historia de la educación ambiental. Gracias.
Enseñando a cuidar de la Tierra
Desde sus primeros días como especie, el ser humano se vio lanzado a un planeta Tierra indómito, amenazador, pero también bello y grandioso; un planeta Tierra que bien podía quitarle la vida al incauto o al irresponsable pero que también sabía ser generoso con el trabajador y precavido, darle todo lo necesario para vivir. Tan antiguo es vivir en un entorno como preguntarse por las consecuencias que esa vida tiene sobre ese entorno. Y como explica José Manuel Gutiérrez Bastida en De rerum natura: Hitos para otra historia de la educación ambiental, antigua es también la voluntad de concienciar a otros, enseñarles a cuidar de un entorno sin el cual la vida no sería posible.
Publicada en una web (https://sites.google.com/site/historiaeducacionambiental/), la obra de este maestro y educador nacido en Bilbao explora el viaje de la educación ambiental a lo largo de los siglos; una travesía que ha corrido paralela a la del propio ser humano y desde antes de lo que imaginamos. Así, en el 200 d.C. y en pleno Imperio Romano, el cartaginés Tertuliano se adelantaba varios milenios con esta advertencia: “Somos una carga pesada para el mundo. […] Las necesidades aumentan continuamente, pese a que la naturaleza ya no puede soportarnos”, un mensaje que ha sobrevivido a los avatares históricos y tecnológicos hasta plantarse, prácticamente idéntico, en nuestros días.
Como narra Gutiérrez Bastida, entremedias se han quedado épocas y lugares como un Oriente donde el budismo o el taoísmo defendían la armonía de todas las criaturas vivas, un Renacimiento que supuso un resurgir de la preocupación por la naturaleza o un siglo XIX donde la Revolución Industrial impulsó un progreso que multiplicó los desafíos ambientales (contaminación, deforestación, insalubridad, etc.) así como las voces que se levantaron en su contra.
Tendemos a pensar que la conciencia por un medio ambiente protegido es cosa de tiempos modernos, culturas civilizadas y entornos urbanos. A juzgar por las conclusiones del trabajo de Gutiérrez Bastida, nada más lejos de la realidad: no sólo ha sido el consumista Occidente (y para más inri, el Occidente de los tiempos más modernos) el responsable de gran parte de la problemática medioambiental en la Tierra sino que además las culturas indígenas, a las que durante tanto tiempo hemos mirado por encima del hombro, conservan una conexión con el entorno mucho más profunda que la nuestra. Puede que no se enseñe en universidades o defienda desde flamantes páginas web, pero está arraigada en cada miembro de una comunidad que coge de su entorno lo que necesita, ni más ni menos.
José Rojo
Enseñando a cuidar de la Tierra
Desde sus primeros días como especie, el ser humano se vio lanzado a un planeta Tierra indómito, amenazador, pero también bello y grandioso; un planeta Tierra que bien podía quitarle la vida al incauto o al irresponsable pero que también sabía ser generoso con el trabajador y precavido, darle todo lo necesario para vivir. Tan antiguo es vivir en un entorno como preguntarse por las consecuencias que esa vida tiene sobre ese entorno. Y como explica José Manuel Gutiérrez Bastida en De rerum natura: Hitos para otra historia de la educación ambiental, antigua es también la voluntad de concienciar a otros, enseñarles a cuidar de un entorno sin el cual la vida no sería posible.
Publicada en una web (https://sites.google.com/site/historiaeducacionambiental/), la obra de este maestro y educador nacido en Bilbao explora el viaje de la educación ambiental a lo largo de los siglos; una travesía que ha corrido paralela a la del propio ser humano y desde antes de lo que imaginamos. Así, en el 200 d.C. y en pleno Imperio Romano, el cartaginés Tertuliano se adelantaba varios milenios con esta advertencia: “Somos una carga pesada para el mundo. […] Las necesidades aumentan continuamente, pese a que la naturaleza ya no puede soportarnos”, un mensaje que ha sobrevivido a los avatares históricos y tecnológicos hasta plantarse, prácticamente idéntico, en nuestros días.
Como narra Gutiérrez Bastida, entremedias se han quedado épocas y lugares como un Oriente donde el budismo o el taoísmo defendían la armonía de todas las criaturas vivas, un Renacimiento que supuso un resurgir de la preocupación por la naturaleza o un siglo XIX donde la Revolución Industrial impulsó un progreso que multiplicó los desafíos ambientales (contaminación, deforestación, insalubridad, etc.) así como las voces que se levantaron en su contra.
Tendemos a pensar que la conciencia por un medio ambiente protegido es cosa de tiempos modernos, culturas civilizadas y entornos urbanos. A juzgar por las conclusiones del trabajo de Gutiérrez Bastida, nada más lejos de la realidad: no sólo ha sido el consumista Occidente (y para más inri, el Occidente de los tiempos más modernos) el responsable de gran parte de la problemática medioambiental en la Tierra sino que además las culturas indígenas, a las que durante tanto tiempo hemos mirado por encima del hombro, conservan una conexión con el entorno mucho más profunda que la nuestra. Puede que no se enseñe en universidades o defienda desde flamantes páginas web, pero está arraigada en cada miembro de una comunidad que coge de su entorno lo que necesita, ni más ni menos.
José Rojo
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