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jueves, 18 de abril de 2013
«Otra educación es posible» Rodolfo Rezola, Adolfo Agúndez, Federico Mayor Zaragoza, Victoria Camps ...
«Otra educación es posible», Rodolfo Rezola (ed.). Prólogo de Victoria Camps (Colección Cartografías imaginarias, n.º 1). «Otra educación es posible» trata de un juego de complicidades, de un juego de lo posible que se abre en muchas direcciones, itinerarios o ámbitos de sentido. ¿Qué significa para nosotras, las personas, que otra educación es posible? Esa promesa de incertidumbre nos invita a creer que podemos vivir de otra manera y nos sirve para concebir otros mundos en los que saber cómo transformar la convivencia con nuevos sueños por soñar.
Cuando dialogamos, ejercitamos nuestros usos lingüísticos para el juego incluso del reconocimiento mutuo entre anteriores y posteriores, padres e hijos, maestros y alumnos, o, simplemente, los unos y los otros, como personas con y entre personas, es decir, como constructores de sentido. Y es que es dialogando como creamos la unidad de medida para los asuntos humanos en la relación, en el vínculo, en el mismo acontecimiento de la comunicación recíproca, que es el sueño compartido de animales simbólicos narrando redes de relaciones en el entorno que habitamos para saber cómo hacer mejor que jueguen a nuestro favor.
Esta es la utilidad, el valor de uso que tienen los doce diálogos de los que este libro da testimonio, porque todos ellos juegan al amor al lenguaje humano, y mediante la filosófica metáfora de la conversación abierta entre personas, de alguna manera, cada uno de ellos nos está invitando a dejar de lado la inhumana metáfora de la educación de los mercados para sumarnos a la metáfora de la educación dialógica: un territorio para la convivencia que está por que lo hagamos venir, en el que nadie es poseedor de la verdad y en el que todo el mundo tiene derecho a ser escuchado.
Intervienen: mi amigo Adolfo Agúndez, Josep Bonil, Jesús Conill, Adela Cortina, Eugenio Echeverría, Xabier Etxeberría Mauleón, Félix García Moriyón, Teresa de la Garza, Walter Kohan, Juan Carlos Lago, Miguel Llofríu, Mariano López Pinar, Carmen Loureiro, Emilio Martínez, Ginés Mateo, Federico Mayor Zaragoza, Amparo Muñoz, Marta Nogueroles, Raquel (Lucas) Platero, Alicia Poza, Rodolfo Rezola, José Antonio Ruiz, Chema Sánchez Alcón, Angélica Sátiro, Fernando Savater, Juan Carlos Vila.
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Tomado de: http://laertes.es/otra-educacin-posible-p-1008.html
domingo, 7 de abril de 2013
Díaz Guerrero (2012): La calidad en los centros de educación ambiental: un análisis desde la práctica
Mª Luz Día Guerrero
Licenciada en psicología por la Universidad de Granada, es socia fundadora de la Cooperativa Huerto Alegre (1982); y miembro de AMECOOP, Asociación de mujeres de empresas cooperativas de Andalucía, desde sus inicios. En la actualidad es directora del Centro de Innovación Educativa Huerto Alegre, y preside la Red Andaluza de Centros de Educación Ambiental, ONDAS. Autora y coordinadora de numerosos materiales didácticos de Educación Ambiental
La calidad en los centros de educación ambiental: un análisis desde la práctica
1. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR CALIDAD EN UN CENTRO DE EDUCACIÓN AMBIENTAL?
1.1. Una forma de hacer “buena” E.A
Hacer “buena” Educación Ambiental tiene que ver, por un lado, con estar al día y conocer las últimas investigaciones psicopedagógicas relacionadas con el aprendizaje y los principios didácticos de la Educación Ambiental, con la adquisición de valores y el cambio de comportamientos, orientados al desarrollo y la creación de modelos sociales más sostenible; por otro lado con llevarlas a la práctica en el marco de un modelo educativo vivo, dinámico y coherente; significa también programar y planificar las acciones didácticas, en función de objetivos, y evaluar todos los procesos educativos desde que se inician hasta que se concluyen.
Estar informados de los avances e investigaciones en materia de Educación es importante para desarrollar una buena E.A.
1.2. Una proyección, hacia un modelo ideal de educación y de sociedad
Calidad implica, trabajar en función de una meta, de una dirección, de un modelo ideal de educación y de sociedad compartido por todo el equipo, construido y conjuntamente por todas las personas que lo desarrollan, que nos orienta en la elección del camino, de los medios, los recursos y las dinámicas. Un modelo de sociedad en el que prevalezca la sostenibilidad, la equidad, la justicia, el reparto de los recursos, el respeto por las diferencias… y un modelo de Educación en el que lo importante sea el desarrollo integral de cada persona, de sus capacidades y posibilidades de SER en el mundo.
Convirtiendo esta idea en algo muy gráfico y simple, sería algo así como decir: no es lo mismo ir a Roma que a Buenos Aires, ni los medios, ni los recursos, ni el tiempo…serían los mismos.
Por lo tanto, una buena E.A. requiere construir e inscribirse en un modelo ideal de Educación y de Sociedad, un modelo que oriente las decisiones y estilos, un modelo que también puede mejorarse constantemente, fruto de nuestra forma de hacer y nuestros nuevos aprendizajes. Ambos modelos en misma.
1.3. Una actitud constante de reflexión sobre lo que hacemos
Cuestionar la práctica cotidiana, las ideas, y los principios para que siempre estén vivos, actualizados y supongan un estímulo para lo que hacemos encontrando nuevas formas, oportunidades y estrategias para desarrollar un Educación Ambiental de calidad.
Como nos indica Edgar Morin en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro “Habría que enseñar principios de estrategia que permitan hacer frente a los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su evolución en virtud de la información adquirida en el camino. La estrategia como el conocimiento es la navegación en un océano de incertidumbres entre archipiélagos de certeza” Es imprescindible asumir la provisionalidad de nuestras propuestas, y no estar muy seguros de casi nada.
La reflexión crítica sobre el trabajo realizado, es desde luego, esencial, así como la necesidad de inscribirse en marcos conceptuales cada vez más globales, para no pasarnos toda la vida mirándonos el ombligo de nuestro itinerario concreto. Autocrítica y reformulación constante, definen también la calidad de nuestro proyecto. Es útil experimentar esa tensión entre la estabilidad de los programas y la necesidad de adecuarlos cada día.
Michela Mayer en la conferencia inaugural de las III Jornadas de Educación Ambiental de la Comunidad Autónoma de Aragón, hace referencia para definir la calidad a dos ideas sobre la misma que se complementan mutuamente, tomadas del libro de R. Pirsig, “ El zen, o el arte del mantenimiento de la motocicleta” y que compartimos desde Huerto Alegre
Calidad estática: la que empuja un sistema organizado, a hacer bien lo que ya está haciendo, y permitir la definición de estándares y procedimientos y ofrecer garantías de calidad sobre un producto.
Calidad dinámica: la que permite a un individuo, a una organización, a un sistema hacer cosas nuevas, y por lo tanto iniciar procesos para los que no existen estándares en los que se precisa creatividad y capacidad de reflexión sobre las propias acciones para valorar y corregir los propios errores.
2. ¿QUÉ ASPECTOS NOS INDICAN EL NIVEL DE CALIDAD?
El nivel de calidad de un centro de Educación Ambiental está condicionado por las grandes líneas de actuación o metas determinadas a su vez como hemos visto en el apartado anterior, por el modelo Educativo que nos define, pero además hay otros aspectos que también influyen en esta calidad y que tiene que ver con el diseño y adecuación de los espacios a nuestro modelo educativo, los aspectos relacionados con la gestión, las relaciones con la Comunidad cercana, y por último el modelo de evaluación y retroalimentación. De todo esto hablaremos en el siguiente capítulo agrupándolos en los siguientes contenidos relacionados con la calidad: aspectos educativos, diseño y utilización de espacios al servicio del proyecto, aspectos de gestión, relación con la Comunidad local, y ¿cómo sabemos el nivel de calidad que ofrecemos?
2.1. Aspectos educativos
La elección de un modelo o marco de enseñanza – aprendizaje en E.A
Elegir un modelo, implica conocerlo, desmenuzarlo, debatirlo con el equipo de profesionales, profundizar en las consecuencias (educativas, sociales, ambientales) de ponerlo en práctica; requiere definirse en un modelo también de sociedad, así como en las relaciones de esta con su entorno. Además conlleva analizar y ser consciente del momento ambiental actual; detectar, problemas, y posibilidades de afrontarlos, mirando siempre hacia nuestro modelo ideal.
Situarse en un modelo no es encasillarse, ni estancarse, es tener una dirección, que se puede revisar continuamente en el camino… recordando a Edgar Morin en el párrafo anterior: “Habría que enseñar principios de estrategia que permitan hacer frente a los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su evolución en virtud de la información adquirida en el camino…”
Un modelo de enseñanza aprendizaje, un modelo de educar ambientalmente, que le de sentido a las pequeñas y a las grandes actuaciones didácticas: por ejemplo la idea y la práctica de “darles la palabra a los niños y niñas para que hablen y se expresen” tiene sentido porque queremos contribuir al desarrollo de personas con pensamiento propio y crítico, porque pensamos que aprender a expresarse es esencial ya que capacita al alumnado para mirarse a sí mismo y al mundo y además para manejar el lenguaje y sus posibilidades más sutiles de comunicación y todo esto es a su vez importante porque la sociedad necesita de personas capaces de aportar su originalidad de comunicar sus ideas y de favorecer la construcción colectiva de una sociedad más sostenible. Es un ejemplo que se podría trasladar a cada una de las actividades y propuestas que desarrollamos en educación ambiental: ¿para qué sirve esto que estoy haciendo, tiene algún sentido, hacia donde me conduce?
El diseño de un proyecto educativo
(Finalidades, objetivos, contenidos, metodología, evaluación)
El modelo educativo de Educación Ambiental nos orienta en las metas más amplias, nuestro proyecto educativo nos define y concreta los objetivos por áreas, programas y actividades y aterriza en los contenidos, la metodología, las herramientas, los recursos, la evaluación…que vamos a poner en práctica para trabajar por ese modelo de sociedad y de personas que hemos elegido y consensuado entre todo nuestro equipo.
El proyecto educativo, es la estrategia a seguir, el camino y al igual que nuestro modelo didáctico, no nos limita, todo lo contrario, nos permite realizar lo que deseamos y como lo deseamos. Diseñar nuestro proyecto educativo es un ejercicio de libertad, porque nos permite decidir, definir, y llevar a cabo lo que nuestras ideas… y además nos hace más fuertes de cara a modas e influencias superfluas. Es además un ejercicio de trabajo en equipo, democrático, ya que es el resultado del debate, la reflexión, la comunicación los deseos y anhelos de todo el grupo de profesionales de llevan a cabo el proyecto.
El diseño de un plan de evaluación
Cualquier proyecto educativo debe ser concebido como un programa que avanza y crece a través de un proceso continuo de renovación y adaptación a las circunstancias particulares del contexto en el que se integra.
Esta adecuación, sólo es posible a través de una reflexión constante sobre la práctica cotidiana, las metas y objetivos que la orientan y los resultados que vamos alcanzando. Por lo tanto, es necesario definir un modelo de evaluación global que permita este proceso y que quede integrado en la estructura general del programa, permitiendo de este modo un avance en calidad. Entendemos que la evaluación del programa debe tener las siguientes características:
• Debe ser continuada en el tiempo, y aplicable a los procesos tanto de planificación como de desarrollo.
• Tener en cuenta y evaluar el papel de todos los agentes que participan en el Programa.
• Evaluar los aspectos didácticos, organizativos y de coordinación del programa
• Evaluar el desarrollo cognitivo, procedimental y actitudinal del alumnado.
• Analizar el uso y aprovechamiento de espacios y tiempos
La evaluación, así entendida, permitirá corregir, ajustar, matizar, cambiar errores o propuestas que no nos gustan y retroalimentar los modelos de partida provocando un enriquecimiento permanente a nivel profesional y humano de cada uno de los componentes del grupo y de todo el proyecto.
(...)
Tomado del Boletín del Ceneam: Díaz Guerrero (2012). La calidad en los centros de educación ambiental: un análisis desde la práctica. Boletín del Ceneam (marzo).
Accesible en: http://www.magrama.gob.es/es/ceneam/articulos-de-opinion/2012-03-mariluz-diaz_tcm7-195380.pdf