Según informa la XESC, la Confint avanza en Catalunya. La continuidad del proceso comenzado el pasado curso en más de 60 países y culminado en Brasilia, la Conferencia de Jóvenes por el Medio Ambiente "Cuidemos el planeta", es una realidad y ya tenemos nuevos retos y conferencias en el horizonte catalán (otoño 2011 en Barcelona), estatal (enero 2012 en Vitoria), europeo (marzo de 2012 en Copenhague) e internacional en la Cumbre de la Tierra de Río + 20 (mayo 2012) y en la 2ª Confint (2014). El seguimiento de este proceso se realiza desde la Red de Escuelas para la Sostenibilidad de Cataluña (XESC) y la Sociedad Catalana de Educación Ambiental (SCEA), con el apoyo principal del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Barcelona y el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña, así como la colaboración de la Fundación Vínculos y UNESCO.cat. La SCEA ha realizado la siguiente maravilla de vídeo de presentación:
El el País Vasco se están realizando Conferencias Escolares en unos 15 centros educativos de la red IRAES 21de Escuelas Sostenibles. La Conferencia Autonómica está prevista para el 12 de mayo. En Galicia se están realizando Xuntanzas de alumnado tanto de primaria como de secundaria que realizan la Agenda 21 Escolar movilizando a 21 escuelas y 21 institutos.
En el estado se han ido realizando diversas acciones:
Participación en la reunión de entrega de la Carta por los delegados europeos a los representantes del IPCC y de la UE (noviembre 2010).
Presentación de la Conferencia en la ceremonia de cierre del Curso Agenda 21 Escolar en las escuelas de secundaria de Barcelona (julio 2010) – 357 jóvenes y en el Acto de Compromiso de esos Centros (octubre 2010) – 283 personas.
Divulgación de la Carta en el Encuentro de Escuelas Verdes de la Catalunya (noviembre 2010) – 200 personas.
Preparación de la II Conferencia Catalana.
Presentación de la Carta por parte de la Red de Escuelas Sostenibles del País Vasco, a las Consejeras de EDucación y Medio Ambiente en la Sede del Gobierno en Vitoria-Gasteiz (octubre 2010) – 100 personas.
Impresión de folder con la Carta Internacional y Vasca en el País Vasco.
Durante los últimos 30 años, aquellas personas involucradas en la educación ambiental (EA) han llegado gradualmente a tomar conciencia del valor y amplitud del proyecto educacional en cuya construcción han colaborado. Se han dado cuenta de que el ambiente no es un asunto sólo para ser estudiado, o un tema para ser analizado como otros, ni que tampoco es un freno necesario para un desarrollo que quisiéramos que fuese sustentable. La trama del medio ambiente es la vida misma, en la interfase entre la naturaleza y la cultura. El ambiente es el crisol en el que toman forma nuestras identidades, nuestras relaciones con otros y nuestro “existir en la tierra”. La EA, por lo tanto, no es una “forma” de educación (una “educación para…”) como muchas otras. No es simplemente una herramienta para la gestión o solución del problema ambiental. Es una dimensión esencial de la educación inicial que está orientada a una esfera de interacción que descansa en la raíz del desarrollo personal y social1: la esfera de las relaciones con nuestro ambiente, con nuestro “hogar de vida” que compartimos. La EA tiene como objetivo inducir la dinámica social, primero en la comunidad local y consecuentemente en redes más amplias de solidaridad, promoviendo un enfoque colaborativo y crítico hacia las realidades socio-ambientales, y una comprensión autónoma y creativa de los problemas actuales y las posibles soluciones. [...] Puesto que es tan diversa y exige cambios tan profundos, la EA es difícil de llevar a cabo. Se requiere que la comunidad educativa completa esté involucrada: colegios, museos, parques, municipalidades, organizaciones comunitarias, firmas, etc. Cada actor debe identificar su propio “nicho” educacional en la EA, dependiendo del contexto particular de su acción, el grupo destinatario y los recursos disponibles. La cuestión es elegir los objetivos y estrategias que son relevantes y realistas, sin olvidar todo el campo de otros objetivos y estrategias posibles. Cada actividad o proyecto específico debiera ser visto como complementario a aquellos pertenecientes a otros actores de la EA y de preferencia integrado a ellos y a otras dimensiones asociadas a la educación básica, en particular a la educación ciudadana (enfocada a la toma de conciencia de la diversidad humana y, más específicamente, a los asuntos de democracia, paz y solidaridad) y a la educación para la salud (asociada, entre otras cosas, con asuntos de nutrición, de educación al aire libre y de educación para la prevención de riesgos). [...] Como resultado de fuertes críticas de todos los sectores (filósofos, sociólogos, educadores, otros economistas, etc.) dirigida a la idea de desarrollo sustentable, la tendencia actual es invitar a cada uno a redefinir, a su propio modo, este concepto ineludible que se ha establecido ahora en las distintas esferas de la sociedad. De este modo se concuerda en que desarrollo sustentable no es una meta claramente definida (sustentar el desarrollo es, de hecho, vago), sino un camino para abrir hacia esta meta, que progresivamente parecerá más clara. Cada uno debe trazar su curso según le acomode. Después del debate de la existencia de un consenso universal para el desarrollo sustentable, este nuevo argumento sobre la legitimación, incluso la necesidad de identificar diferentes caminos hacia el objetivo, parece funcionar bien en la promoción de la idea de “desarrollo sustentable” como el salvador de la humanidad. En este contexto emergió la propuesta de “educación para un futuro sustentable”, un cuasi sinónimo de educación para el desarrollo sustentable. Este concepto tiene la ventaja de proponer un marco de trabajo que integra las distintas dimensiones de la educación contemporánea (relativas a la paz, la democracia, la cooperación internacional, el ambiente, etc.) pero este marco limita el alcance de cada uno de estos campos educacionales. Al igual que estas otras “formas de educación” basadas en temas, la educación ambiental aparece reducida a un mero instrumento al servicio del desarrollo sustentable. Además, la EA deja de ser vista como un escenario para el trabajo interdisciplinario y el diálogo de los sistemas de conocimiento (conocimiento relacionado a las ciencias biofísicas y humanas, conocimiento tradicional, experiencia, sentido común, etc.), llegando a estar más estrechamente asociada al campo de las ciencias, biofísica y la tecnología, el área clave del nuevo “economía del conocimiento”. Sin embargo, es posible concebir una EA que considere la propuesta de desarrollo sustentable (como un fenómeno histórico-social), pero que no esté atrapada en él. La EA puede ser llevada a cabo sólo en un contexto en el que la crítica social no sea obstaculizada; la relación con el ambiente no es a priori un asunto de compromiso social, ni menos de consenso mundial. La EA acompaña y apoya el surgimiento e implementación de un proyecto para mejorar la relación propia de las personas con el mundo, cuyo significado ayuda a clarificar a la luz de cada contexto en particular. En una perspectiva global, la EA contribuye al desarrollo de sociedades responsables. Esta última expresión busca clarificar la deliberada imprecisión que rodea a la palabra “desarrollo” (generalmente centrada en la economía) relacionándola con el desarrollo de las sociedades (cada una integrando su propia economía endógena) y a una ética de responsabilidad fundamental, que es significativamente más rica que la ética esencialmente minimalista de la sustentabilidad (“tanto como dure” o “tanto como sobrevivamos”). La ética de la responsabilidad va más allá de un enfoque legal y cívico de los derechos y deberes, exige un sentido de responsabilidad por el propio ser, conocimiento y acción, lo que implica obligación, lucidez, autenticidad, solicitud y coraje. [...] Artículo de: Contacto. Boletín de la Unesco de Educación científica,Tecnológica y Ambiental. Vol. XXVII, nº 12, 2002. Accesible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001462/146295s.pdf
John Ralston Saul (1995), el más destacado filósofo canadiense, advierte que nosotros, especialmente los del hemisferio norte, vivimos en una sociedad corporativista con débiles pretensiones de democracia. Si aceptamos pasivamente la forma que llegue a adoptar la globalización,pero particularmente aquella modelada por una ideología corporativista, el poder se escapará de las manos del ciudadano hacia grupos representados por las elites corporativas. Una acometida de la política globalista gravita en torno al concepto de desarrollo sustentable, idea lanzada por el informe de la World Commission on Environmet and Development (1987) titulado Our common future. Posteriormente, éste se promovió durante la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro (UNCED, 1992), y ocupó nuevamente el foco de atención en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable de Johannesburgo celebrada en 2002. Durante todo este período y con el apoyo adicional de muchos congresos, se han hecho esfuerzos concertados para transformar la educación ambiental en educación para el desarrollo sustentable. Aún más, la influencia globalizadora, en especial la ejercida por poderosos organismos como la UNESCO, ha aportado combustible a esta transición. Las ideologías globalizadoras afectan a la educación, y sus ideólogos son inamovibles en su convicción de que van rumbo a la verdad y por lo tanto a la solución de nuestros problemas. Realmente no tienen la menor duda. Al respecto, consideremos la siguiente cita de quienes apoyan el movimiento por el desarrollo sustentable: (La educación para el desarrollo sustentable) incluso necesitará dar cabida a la desilusionada minoría (esperemos que algún día sea pequeña) que considera que el desarrollo sustentable es un ardid, un truco o un taladro (Scott y Gough, 2003: 77). [...] La EA desde su nacimiento, ha sido un movimiento con ingerencia en los problemas sociales, si bien pueden reconocerse algunas tendencias que destacan los aspectos ecológicos “verdes” del ambiente por encima de los demás, numerosos proyectos y regiones del mundo han construido su EA dentro de una perspectiva que necesariamente incluye los social. En un trabajo reciente, Heila Lotz-Sisitika (2004) señala que la EA en África está inextricablemente vinculada a problemas sociales. Asimismo, el Segundo Congreso Mundial de Educación para el Medio Ambiente celebrado en septiembre de 2004 en Río de Janeiro, destacó el dinamismo de la EA, especialmente en Brasil. Ahí se hizo evidente que la EA se da más en la confluencia de problemas ambientales y sociales; los problemas de justicia están inextricablemente atados a problemas ambientales (Jickling, 2004). Aunque necesitamos mucho más trabajo de este tipo, es difícil imaginar cómo simplemente mejoraría la situación con cambiar el nombre de la EA por EDS. [...] Para terminar, el desarrollo sustentable es una idea importante, pero debemos cuidarnos de ella. Es un error considerarla un concepto organizador, o un objetivo de la educación. La EDS, por seductora que sea la idea, no está a la altura del potencial de la EA en gran parte sin realizar; potencial para trascender el presente; potencial para cambiar el status quo. [...]
JICKLING, B. (2006). Advertencia sostenida. Desarrollo sustentable en un mundo globalizador. Trayectorias, VIII, 63-73.